69 oraciones de ejemplo con nelson

Digo francamente que en aquel día no me hubiera cambiado por Nelson.

Después supe que era el Victory y que lo mandaba Nelson.

E. E | MANDADO POR NELSON |Bucentauro.

La ansiedad era general, y no digo esto juzgando por lo que pasaba en mi espíritu, pues atento a los movimientos del navío en que se decía estaba Nelson, no pude por un buen rato darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor.

Parecía que el navío de Nelson iba a caer en nuestro poder, porque la artillería del Trinidad le había destrozado el aparejo, y vimos con orgullo que perdía su palo de mesana.

El Agustín, el Herós y el Leandro se batían lejos de nosotros, en posición algo desahogada, mientras el Trinidad, lo mismo que el navío almirante, sin poder disponer de sus movimientos, cogidos en terrible escaramuza por el genio del gran Nelson, luchaban heroicamente, no ya buscando una victoria imposible, sino movidos por el afán de perecer con honra.

Anda: Nelson nos convida a echar unas cañas».

Nelson, herido mortalmente en mitad del combate, según después supe, por una bala de fusil que le atravesó el pecho y se fijó en la espina dorsal, dijo al capitán Hardy: «Se acabó; al fin lo han conseguido».

Ya saben ustedes que la columna mandada por Collingwood se dirigió a combatir la retaguardia, mientras Nelson marchó contra el centro.

Nelson, que no era ningún rana, vio nuestra línea y dijo: «Pues si la corto por dos puntos distintos, y les cojo entre dos fuegos, no se me escapa ni tanto así de navío».

[Nota 6: Palabras de Nelson.

Los ingleses también perdieron algunos de sus fuertes navíos, y no pocos de sus oficiales generales compartieron el glorioso fin del almirante Nelson.

Al pie de la estatua de Nelson, lord Evandale, que se vio perseguido de cerca, se detuvo y se volvió bruscamente.

Calhoun no tuvo inconveniente en ratificar las manifestaciones de Murphi y de Nelson acerca del envío de fuerzas que defendiesen a Tejas en caso de una agresión mientras se ratificaba el tratado; sin que lo preocupase el hecho de que con semejante medida, que en cierto modo equivalía a una declaración de guerra, se invadieran las atribuciones del Congreso.

Así lo revela la carta que en 28 de abril hubo de dirigirle Adams, Secretario de Estado, a Hugh Nelson, Ministro en Madrid, uno de cuyos párrafos vamos a transcribir: El traspaso de Cuba, a la Gran Bretaña, sería un acontecimiento perjudicial a los intereses de esta Unión.

El día 30 de enero de 1822 los Representantes Nelson y Trimble pidieron en la Cámara que se hiciera el reconocimiento de las colonias, e interesaron al propio tiempo, del Presidente de la República, el envío de cuantos datos e informes se relacionaran con la situación de los nuevos Estados.

Vide «James v. Stull,» [9 Barb N. York 482,] «Bauher v. Nelson,» (9 Gill, 299) «Stocking v. Baut.

Y ustedes mandaron la escuadra de Nelson a Trafalgar.

Sólo que la Armada Invencible tuvo la mala suerte de desaparecer en un temporal, y la de Nelson la buena suerte de echar abajo nuestros buques.

El capitalito de mi tia seria de unos 10,000 pesos: ella contrataba los cerdos, compraba semillas, regañaba, escribia y navegaba como un Nelson.

A un solo individuo le he oído aventurar palabras en desdoro de la gloria de Nelson: era un americano insolente, quien reputaba por demás exagerada la fama del almirante británico.

» Si doña Paula del Real toca la caja, la señorita Rafaela Herrera dispara el cañón, no contra cierto joven marino inglés llamado Nelson, que más tarde se encontraría en Trafalgar, según afirma el arzobispo Peláez en sus Memorias para la historia de Guatemala, y luego el historiador nicaragüense Tomás Ayón, pues Nelson estuvo en Nicaragua en otra ocasión, sino contra otros enemigos, aunque siempre ingleses.

» Si doña Paula del Real toca la caja, la señorita Rafaela Herrera dispara el cañón, no contra cierto joven marino inglés llamado Nelson, que más tarde se encontraría en Trafalgar, según afirma el arzobispo Peláez en sus Memorias para la historia de Guatemala, y luego el historiador nicaragüense Tomás Ayón, pues Nelson estuvo en Nicaragua en otra ocasión, sino contra otros enemigos, aunque siempre ingleses.

Pepe Hillo, que había sufrido treinta y ocho cogidas, murió, como Nelson, una muerte heroica.

THE MATADOR.Edición inglesa Nelson.

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