43 Adjetivos para describir huracanes

Antes de que concluyera la frase, el D. Carlos voló; y lo digo así, porque el terrible huracán hizo presa en su desmedida capa, y allá veríais al hombre, con todo el paño arremolinado en la cabeza, dando tumbos y giros, como un rollo de tela o un pedazo de alfombra arrebatados por el viento, hasta que fue a dar de golpe contra la puerta, y entró ruidosa y atropelladamente, desembarazando su cabeza del trapo que la envolvía.

causan grandes trastornos atmosféricos, de los cuales resultan furiosos huracanes (Vaguios ó Tifones), que con increible fuerza arrastran todo cuanto encuentran á su paso.

» Desde la eminencia en que está situado el edificio, batido frecuentemente por violentos huracanes y dominando un abismo, se ve el panorama mas tristemente hermoso y severo que las montañas pueden ofrecer.

Le hizo contar Elena cómo era su vida en el desierto patagónico, inmensa llanura barrida en invierno por huracanes fríos que levantan columnas de polvo, y sin más habitantes naturales que las bandas de avestruces y el puma vagabundo, que, cuando siente hambre, osa atacar al hombre solitario.

Por allí, por allí se iba á la soledad y al silencio imponentes de las grandes maravillas de Dios y al olvido absoluto de las miserables rencillas de la tierra, y hacia allí quería él alejarse volando; y por eso le parecía que la lancha andaba poco, y deseaba que la brisa que henchía sus velas se trocara súbitamente en huracán desatado.

; yo lo he expuesto en aquellas alturas al furor de los huracanes desencadenados, á ver si lo desarraigaban de mi sér, y sólo he conseguido fortalecerlo más y más por consecuencia de tan contínua lucha.

La escena inmediata representa un huracán espantoso, que se ensaña contra el navío en donde van Don Manuel y Doña Leonor.

Colombia, entre todos nuestros países americanos, si ha sido caldeada por tantas hogueras de guerra y agitada por tantos contrarios huracanes de odios fraternos, de violencias luctuosas, ha sabido siempre tener el orgullo de sus élites, de la progenie que ilustra sus historias y fastos.

¡Ya están ahí!gritaban.¡Ya tenemos encima a la tropa! Y a estas palabras, aquel hacinamiento confuso, levantado por el huracán revolucionario, conmovíase y parecía adquirir vida.

La fiel imagen eres De mi triste fortuna: 25 ¡Ay! todos mis placeres, Todas mis esperanzas una á una Arrancándome ha ido page 202 Un destino funesto, cual tus hojas Arrancó el huracán embravecido! ¿Y qué, ya triste y sola, No habrá quien te dirija una mirada?

Los concertantes de mosquitos eran coros humanos, de esos en que toma parte una gran masa coral; los chasquidos del maderamen, crugir formidable de techo que se desploma; su propia respiración, el movimiento de enorme fuelle de fragua; y el curso de su sangre, impetuosa carrera de torrente aprisionado entre dos montañas, ó ímpetu atronador de huracán encajonado en algún ventisquero de los Alpes...

Todos gozaban la frescura de la siesta, ligeros de ropa, en el interior de sus camarotes o en los encontrados huracanes de los ventiladores del fumadero.

88) el 29 de Junio de 1502, cerca del cabo oriental de la isla de Haïti, que es el cabo Engaño, durante el famoso huracán que Cristóbal Colón predijo cuarenta y ocho horas antes, «cuando el cielo estaba aún claro y azul», y en el que perecieron Bobadilla, Roldán y el cacique Guarionex.

Una racha viviente, un huracán femenino que apareció en la puerta, acabó de despejarla del todo; entró Isabel Mazacán, con su paso de Diana cazadora, alta la cabeza, altiva la mirada; demasiado señoril para cocotte demasiado desvergonzada para gran dama.

Ya fieros huracanes Tan arrogantes soplan Que, salpicando estrellas, Del sol la frente mojan; Ya los valientes rayos De la vulcana forja, En vez de torres altas, Abrasan pobres chozas.

Era el 10 de agosto de 18, día que la gente de este lado del mundo jamás olvidará, porque se desató el huracán más formidable que jamás envió el cielo.

Muchos de ellos sólo son conocidos de los naturales del país y de los contrabandistas; gran parte del año están cerrados a causa de la nieve, y aun en verano son peligrosos por las nieblas y los fortísimos huracanes.

Contra lo arriba determinado parece ser los frecuentes huracanes que hay en estas Indias, que son grandes tempestades por la mar y por la tierra, que no dejan cosa que no destruyan y echen á perder, naos en la mar, y las heredades y edificios en la tierra, como es manifiesto; huracanes llamaban los indios desta Isla,

Y mientras llegaba esto, las viviendas bajas y de un solo piso permanecían separadas de las de enfrente por un espacio enorme que barrían en línea recta los huracanes glaciales ó entoldaban con su niebla las columnas de polvo.

Dijérase que el huracán de lo horrible nos lanzó á estos bosques, y que sus senos de verdor nos han tragado para siempre.

En el gran huracán acaecido en las Antillas en el año 1772, en que el mar subió setenta pies, en medio de la obscuridad de la noche, los cerros de la costa viéronse alumbrados por globos inflamados.

Más de una vez, el huracán indómito, Que hunde los puños desgarrando el roble, Bajo el cálido cielo del estío, Sopló al paso su fuego en mis narices.

Era indudablemente el tipo del galán romántico que existió á principios del siglo XIX, con aire melancólico y algo «fatal», un personaje como los de Lord Byron, Madame Stael y otros autores de la época, héroes sentimentales y trágicos, de piernas musculosas apretadas por el pantalón de punto, levitón con esclavina, cara pálida y el cabello alborotado, como si lo agitase un huracán invisible.

Y entró Narcisa como un huracán, vociferando: Mamá está un poco mala, y yo no puedo estarme aquí llevándoles a ustedes la cesta....

No es mas mudable é inconstante el mar azotado por los huracanes, mecido por el zéfiro, rizado con el aliento de la aurora, inmóbil con el peso de una atmósfera de plomo, dorado con los rayos del sol naciente, blanqueado con la luz del astro de la noche, tachonado con las estrellas del firmamento, ceniciento como el semblante de un difunto, brillante con los fuegos del medio dia, tenebroso y negro, como la boca de una tumba.

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