50 oraciones de ejemplo con baches

No le costaba trabajo arrastrar el pesado vehículo, y no veía ni los baches, ni los peñascos diseminados, tirando como una fuerza ciega.

Era el día lluvioso y frío, la carretera, amarillenta, llena de baches, ondulaba por entre campos verdes; no se veía el monte Itzarroiz, envuelto entre la bruma.

Era un pobre carro de labranza, tirado por un rocín viejo y huesudo, al que ayudaba en los baches difíciles un hombre alto que marchaba junto á él animándole con gritos y chasquidos de tralla.

Vigilaba á todas horas, permanecía siempre junto al rocín delantero, evitando los baches profundos y los malos pasos; y sin embargo, si algún carro volcaba era el suyo; si algún animal caía enfermo á causa de las lluvias era seguramente de Batiste á pesar del cuidado paternal con que se apresuraba á cubrir los flancos de sus bestias con gualdrapas de arpillera apenas caían cuatro gotas.

¡Bòna nit! Y mientras la hilandera iba por el alto ribazo que bordeaba el camino, el hombre marchaba por el fondo, entre los profundos surcos abiertos por las ruedas de los carros, tropezando en ladrillos rotos, pucheros desportillados y hasta objetos de vidrio, con los que manos previsoras querían cegar los baches de remoto origen.

Pero lo peor no era eso..., lo peor, lo verdaderamente peligroso, temerario, era el traqueo del coche... viaje de ida y vuelta... por aquellos vericuetos, con aquellos baches.

Tímidamente se atrevió a proponer a Körner y al tío que le llevaran consigo a ver la fábrica, que estaba a una legua de la ciudad, una legua de carretera llena de baches.

El carruaje brincaba en los baches de la salida, y el mayoral, con voz ronca, animaba al tiro.

Entró la anciana en el primer corral, empedrado, todo baches, con habitaciones de puertas desiguales y cobertizos o cajones vivideros, cubiertos de chapa de latón enmohecido: en la única pared blanca o menos sucia que las demás, vio un barco pintado con almazarrón, fragata de tres palos, de estilo infantil, con chimenea de la cual salían curvas de humo.

Pasaban lujosos equipajes, camino de Palermo; en la calle, demasiado estrecha, no había espacio para todos: al lado de elegante victoria, marchaba enorme carromato, cargado de cajones, o de pipas o de sacos, dando tumbos en los baches del empedrado, con espantoso chirriar de ruedas; se encabritaban los caballos, juraban los cocheros, y había linda cabeza que se asomaba a la portezuela, con inquietud o impaciencia.

En la carretera, galeras que ni la fuerza física ni el ingenio podían arrancar de los baches en que habían caído, obstruían el paso, y los tiros de caballos rezagados y las blasfemias mostraban más que otra cosa el camino de Bar Sansón.

Púsose en marcha el vehículo, balanceándose con agudos chirridos de su eje sobre los baches del camino.

En los caminos chirriaban los ejes de los carros balanceando sobre los baches sus montones de dorados frutos; sonaban en los grandes almacenes los cánticos de las muchachas encargadas de escoger y empapelar las naranjas; retumbaban los martillos sobre los cajones de madera, y en oleadas de tráfico salían hacia Francia e Inglaterra las hijas del Mediodía, aquellas cápsulas de piel de oro, repletas de dulce jugo que parecía miel del sol.

Que aquellos baches eran numerosos y grandes, pruébalo el tiempo que invertían los trabajadores municipales en su compostura, pues, no era insignificante el gasto que se hacía anualmente «por allanar los foyos et barrancas de las calles,» en los días que precedían al de la fiesta del «Corpus Christi,» segun consta de las cuentas de la Ciudad.

Eran negros ataúdes, que saltaban sobre los baches como barcos viejos y despanzurrados á merced de las olas.

La Reconquista El grueso de la división no salvó sin gran trabajo, y sólo merced al auxilio del vecindario y gauchos a caballo, las dos millas de malísimo camino, sembrado de baches y pantanos, que mediaba entre el Miserere (hoy Once de Septiembre), y el Retiro.

Le parecía oir aún el ruido que hacían desmenuzando la piedra para cubrir los baches, y el sonido alegre de los pesados grillos en sus tobillos hinchados.

Por calles sucias, entre baches y pedregales, llegué, por el barrio del Perchel, a la iglesia del Carmen, donde estaba el antiguo convento.

[Ilustración] [Ilustración: CORDOBA] [Ilustración] UNA modesta estación; un ómnibus que va mal que bien por la calle, sobre baches y fango.

El Lince a cada paso la decía: ¡Bandolera! ¡Bandolera! ¡Maldita sea tu estampa! ¡Que te metes en los baches!

sortear los baches, así como los escurrideros, y aun los abismos.

Y mientras el automóvil se alejaba salpicando la turbia agua de los baches hasta las cunetas, Chinto, caviloso, dobló muy bien doblado el papel, y lo guardó en el bolsillo del chaleco, donde acostumbraba guardar las colillas de sus propios cigarros.

El tílburi saltaba sobre los baches, y sus faroles alumbraban el camino con una luz amarillenta y hacían girar las sombras de los árboles alrededor de sus troncos; y a veces se advertía la tenue humareda que se desprendía del sudoroso caballo.

que ocupaban el interior de la diligencia, mientras ésta saltaba y daba tumbos sobre los baches del camino, las sombras de la noche tomaban las formas de los pensamientos que sus respectivas imaginaciones elaboraban.

Las calles, llenas de baches, depósitos de fango y de agua corrompida, carecían de aceras.

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