48 oraciones de ejemplo con contraseña

Subimos al piso principal; al entrar nos dieron una contraseña, y á poco se presenta un garçon con frac negro y corbata blanca.

Podrían no ver los demás aquella semejanza; pero él estaba seguro de ella, como de una contraseña.

En las ansias y rudo combate de aquella agonía tremenda, el escapulario de uno había pasado también al cuello del otro, y descansaba, como una contraseña del cielo, sobre los pechos de ambos.

Yo me confieso, señor, que sin enmienda a los pasados yerros cobré a vuestra orden los cien ducados en Gante del burgués Guillelmo Goffren: confiésome asimismo que sin mandato, ni contraseña de maese de campo, ni otro superior, con más arrojo que discreción los puse a lidiar, usurpando el título que no tenía de señor de ellos, en aquel negro negociado de palo y pinta.

Porque Farlane no nos conoce, y como no somos fenians, no podemos hacerle el signo misterioso que sirve de contraseña a su partido.

Después de un modesto reconocimiento del billete y del sello y la rúbrica y la contraseña, entramos en una salita que no tenía más defecto que estar las paredes demasiado cerca unas de otras; pero ello es más preciso tener máscaras que salas donde colocarlas.

Pero una vez puesto, las murallas se abaten, las montañas se allanan, los ríos quedan en seco, y el escritor, ostentando su preciosa contraseña, penetra en los jardines perfumados por la lisonja, escala los puestos más codiciados, y sigue su marcha triunfal escuchando los coros de los querubines de la prensa, que eternamente cantan sus alabanzas.

Lema: VIO *** Contraseña: *** Forma: 1.o Para poner en práctica estos fines se crean Cp, CP y un CS.

" "Mas una tarde, antes de abrir la puerta para entrar en su casa, el toque de contraseña y no me contestó; según lo convenido, me abstuve de entrar por temor de que se hallara enferma y en presencia de sus criadas, proponiéndome volver á los ocho días; pero tampoco fuí recibido.

Un momento después los dos se dirigieron al cuartel con el farol de la contraseña.

Para conocernos de noche, los afiliados teníamos como contraseña el dar el grito del mochuelo, al que se contestaba con un silbido suave.

Esta era nuestra contraseña en la logia de Bayona.

En la logia de Bayona teníamos como contraseña la palabra Mac-Benac, que me había servido para salvarme en Miranda.

Pudo asi sentir ya el paso mesurado del centinela, ó ya la voz de la patrulla, que daba á aquel la contraseña: conociendo que en la plaza habia vigilancia, se dirigió al castillo, y llegó trepando hasta el pié de las almenas: alli todo era silencio, y en toda la extension del baluarte ningun centinela se veia.

La contraseña es: Marzo, Fernando y Religión.

El consensus omnium es la contraseña de nuestra domesticidad mental.

Miguelito se presentaría en la puerta de San Juan con un pelotón de soldados de caballería de Bessieres; daría el santo, la seña y la contraseña, y pasaría adentro.

Sabía yo que esta palabra era una contraseña de los judíos, y pregunté al hombre si tenía alguna cosa que advertirme.

Se considerarán reimpresos furtivamente todos los ejemplares que carezcan de la contraseña reservada, que distingue á los legítimos.

Vengo de Barcelonadijocon una contraseña del Dominico de Vich.

Yo me llamo Salvador, y traigo esta contraseña del padre Puig, que debe corresponder con la otra mitad que ha debido remitirle y que componen las dos una tarjeta.

Un heraldo llevóla por el concurso y, empezando por la derecha, la enseñaba á los próceres aqueos, quienes, al no reconocerla, negaban que fuese la suya; pero cuando llegó al que la había marcado y echado en el casco, al ilustre Ayax, éste tendió la mano, y aquel se detuvo y le entregó la contraseña.

Cada uno se ocultaba volviendo el rostro á la pared, y al introducir su nombre en la bellota metía con el papel arrollado una brizna de paja, un fósforo de cartón, algo que sirviera de contraseña para que no cambiasen su boleta.

) Ya puedo ver, pues que tengo Nombre, seña y contraseña, Cuál es la dama que adoran.

Hallando tan mala suerte hizo una contraseña, a la cual salió mi criada a un balcón, y culpando su tardanza, le contó lo que pasaba, y que si por una ventanilla que estaba en un aposento bajo no entraba, era imposible abrir ya la puerta.

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