20357 oraciones de ejemplo con dejo

Es el que suelen preferir las señorasdijo don Guillén, con dejo satírico.

Por hombre traen los manuscritos las formas onbre y ome: esta segunda manera, á veces con tilde sobre la m, que yo dejo de poner.

Dejo aparte las religiosas, que son para ti un consuelo, y bien sabes que las mías me las callo para no hacer imposible mi vida aquí.

Si no lo advierte Ballester... ¡qué atrocidad!, dejo ciego al enfermo...

Así es que yo me lavo las manos, y dejo que la lección natural se produzca y la justicia se cumpla.

No, no te dejo subir... ¿te parece fácil entrar a verle sin que se entere su madre?

¿A que la dejo callada ahora?, ¿a que, sabiendo usted tanto como sabe, no me devuelve esta?».

Le dejo ver un chiquito de mi alma, alguna rareza mía, y después me asusto de que él pueda adivinarme toda".

Dejo la yegua y la carabina a cualquier amigo pa que me las guarde, y tomo el tren como un señor.

En las manos sentía el calor de los brazos desnudos que acababa de tocar, ante los ojos creía tener aún el escote tentador, y el olorcillo a hembra le andaba escarabajeando en el olfato, como el dejo de una sensación gratísima.

Eso será lo que tase un sastre, porque si viene, del primer trastazo la dejo perniquebrá.

Dime que me quieres y me dejo matar.

Al pie de la cama deshecha, hay una mujer sentada en una silla baja: tiene el pelo revuelto, el rostro abrillantado por las lágrimas restregadas, y la boca contraída por el amargo dejo de una felicidad apenas gozada y ya perdida.

Sus predicciones! hago tanto caso como de... En cambio, lo que yo puedo predecir a ese viejo mochuelo, y verás si me equivoco, es que tan pronto como mis ocupaciones me lo permitan, iré con una docena de gavieros a hacerle una visita de la cual se acordará; que me parta un rayo si dejo una piedra de su casucha y si no le pongo la espalda del color del arco iris.

Vamos basta de lloros, bésame, y que no vuelva a verte hasta después del baile, si es que no dejo la piel.

La dejo, no sea que me muerda.

A tu maña lo dejo...

Te obedezco... marcho... dejo la Inglaterra.

La dejo rodeada de la estimación pública y del respeto que merece.

Todavía alguna vez, cuando paso por la calle del Arenal y levanto los ojos a los balcones de aquel hotel, dejo escapar un suspiro y murmuro con emoción los famosos versos de Espronceda: ¿Dónde volaron, ¡ay!, aquellas horas de juventud, de amor y de ventura, regaladas de músicas sonoras, adornadas de luz y de hermosura? ; todas las noches me dormía regalado por la música de un piano y un violín.

Mira: te dejo para solo estas dos piezas.

Cuando éstos, a la mañana siguiente de perpetrado el trágico asalto que dejo referido, llegaron a Madrid, fueron visitados por el Director y otros altos empleados de la Compañía, los cuales reconocieron que la mayoría de las unidades del convoy estaban fatigadas y, por tanto, necesitadas de arreglo.

Me pareció adivinar en sus palabras un dejo despectivo que no me sorprendió, pues el viejo Dos-Caras aceptaba a ruedas prietas todas las ordenanzas de la moral corriente.

Por ejemplo, el verdadero barletta no se desgrana, tiene una espiga dura al tacto y una gluma que imparte a la trilla su dejo de dificultad.

El de la Fortuna puso los ojos en ella, y parecióle tanto a su señora Polinarda, que no supo si pensase que era ella, y puniendo las rodillas en tierra, le dijo: Señora, esta fué la batalla que más deseé acabar en mi vida, y agora la dejo si en ello recebís servicio, y la honra della sea dese caballero, pues tan bien la merece.

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