914 oraciones de ejemplo con gaucho

Equipa 4.000 caballos y llega hasta las goteras de Buenos Aires con sus brillantes bandas, al mismo tiempo que Rosas, el gaucho de la Pampa, que lo ha vencido en 1830, abjura por su parte sus instintos montoneros, anula la caballería en sus ejércitos, y sólo confía el éxito de la campaña a la infantería reglada y al cañón.

Su traje de gaucho provinciano llama la atención; el embozo del poncho, su barba entera, que ha prometido llevar hasta que se lave la mancha de la Tablada, fija por un momento la atención de la elegante y europea ciudad; mas luego nadie se ocupa de él.

Quiroga atraviesa la Pampa con trescientos adictos, arrebatados los más de ellos al brazo de la justicia, por el mismo camino que veinte años antes, cuando sólo era gaucho malo, ha huído de Buenos Aires desertando las filas de los arribeños.

Error de argentinos iniciar la batalla con cargas de caballería; error que ha hecho perder la República en cien combates, porque el espíritu de la pampa está allí en todos los corazones; pues si os levantáis un poco las solapas del frac con que el argentino se disfraza, hallaréis siempre el gaucho más o menos civilizado, pero siempre el gaucho.

Con este talante y acompañamiento, y un asistente inglés tan gaucho y certero en el lazo y las bolas como el patrón y los parientes, emigraba el joven Navarro para Coquimbo; porque joven era, y tan culto en su lenguaje y tan elegante en sus modales, como el primer pisaverde; lo que no estorbaba que cuando veía caer una res, viniese a beberle la sangre como un salvaje.

Pudiéramos hacer coro a los moralistas que dan a los acontecimientos más fortuitos el poder de trastornar la suerte de los imperios; pero si es fortuito el acertar un tiro de bolas sobre un general enemigo, no lo es que venga de la parte de los que atacan las ciudades, del gaucho de la Pampa, convertido en elemento político.

Tucumán tiene hoy una grande explotación de azúcares y licores, que sería su riqueza si pudiese sacarlos a poco costo de flete a la costa, a permutarlos por las mercaderías en esa ingrata y torpe Buenos Aires, desde donde le viene hoy el movimiento barbarizador impreso por el gaucho de la manta colorada.

Silverio, gaucho maduro ya, lo miró partir con lástima, sacudió la cabeza, sacó la tabaquera y mientras armaba un cigarrillo, exclamó: ¡La gran mucha!... ¡Parece mentira que unas náguas maneen más que unas boleadoras!... ¡Es bicho zonzo el hombre!...

Si usted supiera... Y la chica suspiró, bajó los ojos y se acercó más al gaucho.

Cuando el otro hubo desaparecido, Liberia se desasió de los brazos del gaucho y rió con estrépito.

Se casaba Berta, su ahijada, único vástago de su amigo el doctor Castillendo, hacendado vecino, y otro misántropo como él, quien había exigido al novio, un abogadito porteño, que la boda se celebrase en la estancia, con la prodigalidad de un gran señor gaucho, pero sin maneas de etiqueta cortesana.

Después de todo, buen gaucho.

Dios te conserve el tragadero, gringodijo un gaucho,qui ha 'e ser como papel de lija.

Soy gaucho, y entiendanló como mi lengua lo explica, para la tierra es chica y pudiera ser mayor...

Martín Fierro es el poema tardío, desde luego impotente, que clama en favor del gaucho.

Todo son desventuras y miserias para el gaucho.

Es la expulsión del gaucho, que será suplantado por el colono europeo.

Hasta que un día el gaucho Martín Fierro vuelve de la vastedad pampeana y logra que se fragüen sobre su asunto complicadas discusiones en las academias, los liceos y las revistas.

Por de pronto, débese anotar la rehabilitación romántica del gaucho, personaje de ayer mismo y ya casi mitológico, a quien el consenso público declaró nefasto y perjudicial para el progreso de la patria, y que últimamente pasa a convertirse en una figura ideal, hermana de las otras figuras que vagan por los versos de Homero.

Pero ya no llamaría el patrón al gaucho afanoso, y le alargaría, sonriendo paternalmente, el frasco de caña.

Pero el socialismo del gaucho, en el libro de Martín Fierro, no tiene verdadero valor de lucha de clases, ni de protesta contra una abusiva repartición de tierras y poderes.

Es la protesta del tradicionalismo frente a la civilización arrivista; es la enemistad entre el gaucho y el gringo; es la rivalidad entre la urbe ribereña, fastuosa, absorbenteBuenos Aires,y el país histórico; es el conflicto que enunciara Sarmiento en su Civilización y Barbarie.

El gaucho habla por conducto de Martín Fierro, el cual recuerda la vida dorada de abundancia patriarcal.

Entonces, ladeando a Sarmiento, buscarán las fuentes primitivas, y en lugar del chacarero internacional ponderarán el gaucho, y más lejos todavía hallarán que el verdadero fundamento de la nacionalidad argentina se halla en los tres siglos de la colonización española a todo lo largo de América.

Primeramente apareció El Gaucho Martín Fierro, y en vista de su boga el autor se apresuró a dar la segunda parte, con el título de La Vuelta de Martín Fierro.

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