2342 oraciones de ejemplo con rumores

Por desgraciacontinuóla maledicencia se ha apoderado hace tiempo de ciertos rumores, de algo aparente....

Y el vasto movimiento de las aguas, que continuaba a través de la noche y ya no se revelaba más que por sus rumores, nos sumía en un silencio del cual para cada uno de nosotros brotaba un número incalculable de ensueños.

Creía que su ausencia inquietaría a Juana si por acaso hubiesen llegado a sus oídos los rumores de duelo; su presencia y actitud la tranquilizarían.

Estos rumores y apreciaciones de las gentes, tranquilizando la vanidad del barón y lisonjeando su orgullo, contribuyeron a la reconciliación de los esposos.

Circularon rumores de que los dedos de la reina Juana habían jugado algunas veces con aquella rubia barba, y efectivamente el señor de Védène tenía el glorioso aspecto y el mirar abstraído de los galanes amados por reinas... Aquel día, para honrar a su nación, había sustituido su vestido napolitano por un capisayo bordado de rosas, a la provenzala, y sobre su capillo temblaba una gran pluma de ibis de Camargue.

Me imagino lo que sucedería en la tierra si un poderoso cometa se acercase a ella: al principio, el malestar general; después, rumores sordos, vagos; en seguida, las oscilaciones del globo atraído fuera de su órbita; hasta que al fin los sacudimientos convulsivos, el desplome de las montañas, el cataclismo, traerían el caos que precede a cada una de las creaciones sucesivas de que nuestro globo ha sido teatro.

La ciudad de Córdoba, entretanto, estaba agitada por los más extraños rumores; los amigos del joven que ha venido por casualidad en compañía de Quiroga, y que se queda en Córdoba, su patria, van en tropel a visitarlo.

DEL MARQVES DE BRADOMIN ANOCHECÍA cuando la silla de posta traspuso la Puerta Salaria y comenzamos á cruzar la campiña llena de misterio y de rumores lejanos.

LUISA ¡Mujer! MARCELA (Atendiendo a rumores del camino.) Se oyen pasos: viene gente.

Percibe los ruidos familiares: el trajín de las muelas, el murmullo del río, la bravata de un gallo, los indefinibles rumores del viento en la selva y en la mies.

El cartero le encontró en la rectoral; como ya estaba imbuído por los rumores populares, se fijó en que don Ignacio tenía los ojos febriles y muy acentuada la palidez, y le pareció conveniente divulgar tales observaciones mientras repartía la correspondencia....

De pronto siguió andando, muda y rápida, en el silencio campesino del anochecer, traspasado de rumores leves, saturado de perfumes indómitos.

El hidalgo escucha como si temiese una asechanza o una persecución, y no oye más que esos rumores peculiares de la selva; zumbido de alas, susurro de hojas, derrame de simientes y de pétalos: el roce de la maravilla en los oídos humanos.

Ahora Tomasuca intenta saber más: asocia aquellos rumores con la turbación que ha notado en los dueños de la casa, y pone atento el oído a lo que se diga en el establo o en el cortil, a las frases nuevas que lleguen con el oreo de la noche.

Hoy no se descubre por este balcón más que la gasa oscura del follaje, la silueta algariva de los montes, la curva pálida de las nubes donde resplandece solitario un lucero imperial: todo ello entrevisto al claror naciente de la madrugada, cuando se agudizan todos los rumores y baja el cielo al río con la primera luz.

El Santo Oficio decimos, no habia podido escuchar con indiferencia rumores tan alarmantes á la pureza de la religion y de las costumbres de los dominios de la cristianísima España, y se habia trasladado, representado por un exorciente, un maestro en teología, un familiar y algunos soldados, en el lugar sobre que recaia una tan grave acusacion pública.

No estaba seguro de que se hubiera apercibido de aquellos rumores, a pesar de que indudablemente mostraba extraña alteración en su conducta en los últimos minutos.

Ella hacía esfuerzos sobrehumanos para que los rumores de su tortura llegasen al laboratorio fugazmente, y si estallaba una feroz escena entre el fauno y su víctima, la valiente mujer, blanca de miedo, transida de indignación, buscaba un motivo para acercarse á Velasco, sonreir y hablar, sin que la piadosa máscara del rostro delatase la íntima tragedia: era el mismo sublime disimulo que la madre se imponía delante de sus hijos.

Murmura el robledal con tumulto de tenues rumores, y Carlos Ramírez pasea bajo la fronda en solitaria meditación.

La gente mira incrédula al Robledo, y ni los más inclinados á la catástrofe y á la fatalidad, advierten que en la serena fronda se inicie drama alguno: adormecida está en la altura, con beatitud amable, como si prestara oído á la solemne respiración del Cantábrico; y el cantar de las aguas corrientes brota de las entrañas de la selva con tan mansos rumores, que hasta los más pesimistas y agoreros oyen en su voz un romance de paz.

Ya no es preciso más para que cuenten aquella noche las de Estrada que otra vez hay barruntos de boda en el Robledo: asienten las de Bernaldo; las del juez aseguran, y ármase un guirigay estrepitoso, del cual llegan rumores á cada paseante de la alameda, donde el estío reune á la gente de buen humor.

Un abrazo al hada benéfica y al duendecillo gentil... ¡Adiós, Carlota!... * * * * * Clavada en el camino, temblando de emoción, Regina escucha; le parece que el bosque va á repetir, con fervorosos murmullos, las palabras admirables de Carlota; mas, como si ésta se hubiese llevado en pos de el silvestre cortejo de rumores, calla el robledal y se entolda, cada vez más sombrío, según la tarde avanza.

La hostilidad entre el ejército y los milicianos, la conspiración permanente de los absolutistas, los rumores que corrían de que los exaltados de Madrid intentaban establecer la República, todo esto hacía que la provincia de Navarra viviese en perpetua agitación.

Y estos rumores, tan propicios al bienestar de la niña, se estrellaban contra su actitud visionaria y doliente; no cabía en la espesura de aquellos espíritus la sutil posibilidad de que Mariflor rechazase un matrimonio que tales beneficios reportaría a ella y a los suyos.

La conversación ha de ser culta y variada, sin que se levante la voz ni parezca que se hable en secreto, pues en el primer caso degeneraría en murmullo, porque los rumores al unirse se convertirían en desagradable ruido, y en el segundo se pecaría de descortés, puesto que los demás no podrían oír lo que dice al que está sentado al lado.

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