65 colocaciones para suced

Si ante él sucedían tales cosas, a la mesa por ejemplo, Julián torcía la cara, haciéndose el distraído, o alzaba el vaso para beber, o fingía atender a los perros, que husmeaban por allí.

No tardaba en tomar calle, y por lo común, al día del sablazo sucedían mañanas y tardes en que no parecía por mi casa.

Los días se sucedían iguales.

Los discursos sucedían á los discursos y las frases se perfeccionaban en su cerebro, como si éste fuera el crisol heráldico de la Academia.

Esta profecía me agradó; una tormenta era un feliz incidente en mi vida monótona, y a pesar de mi miedo, me gustaban el trueno y los relámpagos, aunque solía temblar de pies a cabeza cuando los estallidos se sucedían con mucha rapidez.

Les devoraba á todos gozosamente con los ojos, como si fueran apariciones celestiales que sucedían al horror y á las tinieblas de la muerte.

Los días se sucedían lentos y tristes, sin que yo quebrantara mi clausura.

Cuando don Modesto, aturdido por los gritos de la disputa que hemos referido, vio que las carcajadas sucedían a la explosión de cólera, gracias a la fea y ridícula figura de Momo, de quien sólo el lápiz de Cruikshank, el célebre dibujante inglés de caricaturas, podría dar cabal idea, aprovechó aquella ocasión para escurrirse, sin ser sentido, de aquel campo de batalla.

Y huyó la noche y con la noche huían Sus sombras y quiméricas mujeres, [1690] Y a su silencio y calma sucedían El bullicio y rumor de los talleres; Y a su trabajo y a su afán volvían Los hombres y a sus frívolos placeres, Algunos hoy volviendo a su faena.

Ramiro imaginó que las torres se sucedían a espacios iguales, como los paternoster del rosario; que las almenas figuraban las avemarías, y la Catedral, con su saliente cimborio, el hueco crucifijo lleno de reliquias de santos y caballeros.

Al pie del balcón se sucedían de hora en hora los músicos ambulantes, cantando voluptuosas barcarolas y serenatas de amor.

Pero si tales Tenientes se deslizaban y cometían algún exceso, eran brevemente depuestos y severamente castigados; y por el contrario, si gobernaban con rectitud y prudencia, no dando motivo de queja á los súbditos, se les perpetuaba en los puestos y engrandecía con mayores honores, y sus hijos eran atendidos y muchas veces sucedían á los padres en los puestos.

Por último, afirma Torquemada que del Darién a Nicaragua sólo existía el gobierno monárquico, y al Rey heredaba el hermano, y a falta de hermanos sucedían los sobrinos.

Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y llegaban ahora a la ingle.

En semejante caso, al trueno de los carruajes sucedían las voces y los ternos de los carreteros y caleseros, sin consideración ni respeto a las señoras.

Esta muchacha es locapensó Ojeda, asombrado por la rapidez con que se sucedían en ella las impresiones y la franqueza con que exponía su amoralidad.

Las bofetadas se sucedían a las bofetadas, los porrazos a los porrazos.

Al pie del balcón se sucedían de hora en hora los músicos ambulantes, cantando voluptuosas barcarolas y serenatas de amor.

el derecho de Francia era incontestable en Castilla, donde las hembras primogénitas sucedían á sus hermanos varones, pero no en Aragón ni en otros estados de los que componían la Monarquía, donde ni leyes ni costumbres autorizaban tal sucesión de hembras.

Andrés volvió a reconocer a la enferma; el pulso estaba muy débil; la insuficiencia respiratoria, probablemente resultado de la absorción de la urea en la sangre, iba aumentando; las convulsiones se sucedían con más fuerza.

Aquí empezaron de golpe mis contrariedades; los desengaños sucedían a los desengaños.

A su vez Alvarado dejó la gobernación de Honduras al capitán Alonso de Cáceres, «y desde entoncessegún Herrerahubo paz en Honduras, porque en muchos años siempre sucedían en aquella provincia robos, opresiones y tiranías, por los malos e injustos gobernadores».

Así doña Aurora no podía disfrutar momento de tranquilidad con aquel hijo, si no precisamente enteco, al menos de complexión flaca y nerviosa, según revelaba su carácter, en que á la alegría propiamente infantil sucedían sin transición ratos de inexplicable abatimiento.

Sin embargo, nuestros padres (¡Dios los tenga en su santa gloria!), lejos de odiarlo o de temerle, complacíanse aún en ponderar sus descomunales hazañas, como si se tratase del héroe de un libro de caballerías, o de cosas que sucedían en otro planeta, sin que ni por asomos recelasen que pensara nunca en venir por acá a intentar las atrocidades que había hecho en Francia, Italia, Alemania y otros países.

Cuando las reacciones sucedían en España a las revoluciones, los realistas, para celebrar su triunfo, asaltaban las platerías de los chuetas, se apoderaban de sus riquezas y hacían hogueras con los muebles, arrojando a las llamas hasta los crucifijos... ¡Crucifijos de antiguo judío, que forzosamente habían de ser falsos!

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