248 oraciones de ejemplo con acosa

Esta pena insufrible que me acosa y de viene, ¡oh, mi perdido bien! estimuló mi lengua a decir versos y de un alma rimar el padecer.

El hombre de que te he hablado me asedia, me acosa y viene a en la calle, en la iglesia y en tu misma casa y me hace las más insolentes proposiciones.

Sentía ya la enferma esa impaciencia, ese deseo de mudar de aires y sitios que acosa generalmente a cuantos padecen su mal.

¿Qué genio malo te acosa? ¿Cómo no te dice el alma que quien destruyó tu calma 815 aun puede hacerte dichosa? Débil, incauta mujer... en tu desamparo triste nunca tan altiva fuiste... ni lo volverás a ser.

¿De qué lloras, corazón de mantequillas? ¿Quién te persigue, o quién te acosa, ánimo de ratón casero, o qué te falta, menesteroso en la mitad de las entrañas de la abundancia?

Aún hoy dia existe en Chile la preocupacion de que lo hacen por ser su saliva venenosa y ofender con ella al que los acosa ó molesta; y no faltan en Madrid personas que crean lo mismo de los que existen en el Parque del Retiro y yo traje de Santiago de Chile.

Trabajan de un modo loco cuando les acosa el hambre, pero apenas cobran una semana, desaparecen para ir a emborracharse y le dejan a usted plantado.

¡Ah, ah! éste es un verdadero viajero: su mujer le acosa a preguntas: ¿Se ha olvidado el pastel?

Viven en opulenta abundancia, soberbiamente alimentados, como el pueblo suizo, del cual son á modo de un símbolo; y como si no les bastase la manutención que les da el municipio bernés, administrador de sus bienes, la admiración popular los acosa y abruma bajo un espeso aguacero de regalos.

Este Nemrod infatigable, luego de perseguir al oso en sus montañas natales, ha pasado muchos años en las estepas rusas cazando con el zar y los grandes duques, y ahora acosa á los venados turcos en compañía de los pachás más poderosos.

La sociedad acosa como a una fiera al ladrón que roba un reloj, tal vez por hambre, y en cambio saluda y presta homenaje a otro ladrón, que ha estado preparando un robo de millones durante muchos años, y que para realizar su plan no ha vacilado en premeditar asesinatos y en realizarlos con irritante alevosía.

Consuelo te quiere demasiado; su amor a ti constituye un capricho que la acosa diariamente y la persigue hasta en sueños, como el recuerdo de un crimen, barrenando su cabecita enferma: por eso las diversiones contribuirán eficazmente a contrarrestar los destructores efectos de esa idea fija.

Conozco cuáles son mis deberes, cuánto debe exigirse de una buena hija: no lo ignoro ¡ay de ! pero ¿de qué me sirve si los sentidos luchan ventajosamente con la razon, si Amor la acosa y la obliga á someterse, y no me permite que disponga de ella ni aun de misma sino cuando á él le parece, reduciéndome á decir y hacer tan solo lo que él me dicta? Soy hija de Amon y de Beatriz, pero tambien soy ¡desventurada!

Desaparece Olalla pisando quedo, como si todavía alguien durmiese; y la forastera, abocada al corredor, cruza los brazos desnudos para abrigarse contra un frío sutil que desde la oscuridad la acosa.

Me acosa su presencia; su voz me persigue; me espanta la idea de que si hoy consigo evitarle, no lo conseguiré mañana.

Desecha esa idea que te acosa días ha.

¿Quién me persigue con su amor empalagoso, quién me acosa sin dejarme respirar?

Es evidente que el Padre Urgoiti hace esfuerzos por seguir hablando de manera que no se trasluzca cierta inquietud que le acosa.

Como el perro que acosa con ágiles pies á un jabalí ó á un león, le muerde, ya los muslos, ya las nalgas, y observa si vuelve la cara; de igual modo perseguía Héctor á los aqueos de larga cabellera, matando al que se rezagaba, y ellos huían espantados.

Como el león acosa en la lucha al indómito jabalí cuando ambos pelean arrogantes en la cima de un monte por un escaso manantial donde quieren beber, y el león vence con su fuerza al jabalí, que respira anhelante; así Héctor Priámida privó de la vida, hiriéndole con la lanza, al esforzado hijo de Menetio, que á tantos había dado muerte.

aquí el cielo amenaza, óyense truenos, Sigue granizo y tempestad oscura; Y, Tirios y Troyanos de afan llenos, Cada cual por su lado huir procura: Ni de Vénus al nieto acosa ménos El cielo: albergues van por la llanura Buscando: de las sierras eminentes Se despeñan las aguas á torrentes.

Ayer mismo, en sus márgenes selváticas tendía el indio su arco, amenazando al cauteloso tigre; hoy, en su lugar, el caballero pastor acosa a las reses pacíficas; mañana se levantarán ciudades populosas e innumerables.

En Stendhal acosa con ironía los dogmatismos sociales y en Vigny los desdeña amargamente.

Flota en la atmósfera el contagio mental y acosa por todas partes; nunca se ha visto un tonto originalizado por contigüidad y es frecuente que un ingenio se amodorre entre pazguatos.

La dignidad es un rompeolas opuesto por el individuo á la marea de mediocridad que le acosa.

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