208 oraciones de ejemplo con chorros

El suelo, a la mañana tan puro y albo, era ya al mediodía charca cenagosa, en la cual chapoteaban los barrenderos y mangueros municipales, disolviendo la nieve con los chorros de agua y revolviéndola con el fango para echarlo todo a la alcantarilla.

Para el pelo fue preciso emplear aceite, pomada, agua a chorros, un batidor de gruesas púas que desbrozase la virgen selva.

Aquel hombre era un pozo lleno, rebosando de saber, y en cuanto desplegaba los labios saltaban los chorros de ello.

El campanario ardía como un blandón enorme; la techumbre de la iglesia estallaba, dejando escapar chorros de llamas.

Alguien que iba al frente designaba los edificios, y al penetrar por sus rotas ventanas pastillas y chorros de líquido, se producía la catástrofe de un modo fulminante.

El que Melchor fundaba en su pipa era disculpable, porque la pipa iba pareciéndose al ébano más puro y reluciente, y el artista, después de arrojar sobre ella, distribuyéndolos bien, chorros de espeso humo, la frotaba con el pañuelo, y se miraba después en aquel espejo de azabache... Cuando concluía de fumar, guardaba la pipa en el estuche y se iba a la cama, de donde no salía hasta la una del siguiente día.

Hay momentos en que se anuncia por medio de chorros, de bolas de fuego.

(Hace ciertos ademanes y pases con las manos, como quien vierte por ellas diez chorros de fluido magnético.) Ya está Carmela dormida.

Y cuando volviese, la vería esperándole en la puerta del cortijo; pobre, pero limpia como los chorros de agua, bien peinada, con flores en el moño, y unos delantales que quitarían la luz de los ojos.

Los perros bebían en los charcos sucios formados por los chorros del riego y después refugiábanse en la sombra, como los vendedores ambulantes, cansados de pregonar zapatillas de cabra, tubos, todo a real, puntillas, guías de ferrocarril, pitos y pucheros artificiales para economía de carbón...

Todo continuaba lo mismo: las luces ardiendo, derramando en copiosos chorros la blanca cera sobre las arandelas; las imágenes en el propio sitio, sin mover brazo ni pierna ni desplegar sus austeros labios; la mujer sumida plácidamente en un sueño que debía saberle á gloria;{71-1} todo seguía lo mismo, menos la caja azul, que se había quedado vacía.

La casa sólo debía ser una envoltura de líneas puras y simples, en cuyos flancos estuviesen almacenados el calor ó la frescura, según la estación, el agua pronta á correr por todas partes, la electricidad escapando en chorros luminosos ó agitando la atmósfera con el aleteo de la brisa.

El príncipe Lubimoff daba una fiesta á bordo, y su buque se dibujaba, desde la línea de flotación hasta los topes, ribeteado de bombillas eléctricas de diversos tonos, mientras los potentes reflectores lanzaban chorros movibles de luz, sacando de las entrañas de la noche las olas, las playas, el caserío de la ciudad.

El yate echaba de pronto dos chorros de humo, llevando á su dueño á otro puerto, tal vez á otro continente: y si quería huir de una ciudad del interior, ordenaba el enganche de su vagón especial en el primer tren que partiese.

Y yo oía la charla continua, en vascuence, de las amigas de mi abuela, y veía con desesperación el caer de la lluvia continua y monótona, y escuchaba el ruido de los chorros de agua que caían de los canalones a chocar en las aceras.

Sobrecogido, incapaz de movimiento, con la vida toda en suspenso, permaneció un rato junto á la puerta, percibiendo en la vaguedad de su estupor un montón de llamas rojizas y afiladas que, alargando sus trémulas puntas hacia el techo, surgían de la cera derretida y lloraban en chorros amarillos.

no puede apreciar la diferencia entre sus colores; y un poco más allá, son dos bultos descoloridos, casi informes, y apenas se distingue el aleteo de los remos sino por el centellear del sol en los chorros de líquidos cristales que al levantarse destilan de sus palas.

Árboles extranjeros, frondosas pawlonias, copudos árboles de Francia, ofrecen sombra y meditación; y los soñadores chorros de aguatan dulces bajo la luna y en Verlainehacen sus juegos y cantan tenuemente versos versalleses.

Miró los chorros de sangre que al Señor le corrían por el santo cuerpo abajo, y la ferocidad del judiote que le daba el lanzazo, y las tinieblas y flamígeros celajes del fondo, todo lo cual puso espanto en su sensible corazón, llevándole hasta el absurdo convencimiento de que él (Felipito) era tan digno de lástima como nuestro Redentor.

Noche y día brillaban en su seno focos de electricidad ocultos en el muro, y estos chorros luminosos de origen invisible se extendían por la curva del techo, descomponiéndose en las facetas de la porcelana con el irisamiento del nácar.

Los focos de los autos, deslizándose como las cuentas de un rosario de fuego, cortaban con sus chorros móviles de luz roja este brillo lácteo, semejante al reflejo de la luna sobre un mar dormido.

Mi corazón podría echarse fuera y publicar á chorros de sangre la inocencia de la pobre Camila.

Media legua más habrían andado los caballos cuando un impedimento bastante serio los detuvo por un instante: las fieras no se contentaban ya con sus gritos sino que al mismo tiempo lanzaban por hocico y narices gruesos chorros de fuego líquido que llegaban hasta nuestros caminantes y casi los abrasaban.

Los tritones y delfines de las fuentes monumentales sueltan sus delgados y corvos chorros de plata irisada; el carro de cantera blanca de la Cibeles se sonroja con las luces del Poniente, y, en la misma línea, al otro extremo, los dientes del Arma de Neptuno clavan y retienen una última llamarada vespertina.

Mientras las liras de cañas susurran su melodía sin regla y siguen danzando los javanesitos, expelen las canales del tejado el agua á plenos chorros, los relámpagos iluminan otra vez con exhalaciones verdes la tarde color de ámbar, y rueda el carro de los truenos sobre edificios y arboledas.

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