117 oraciones de ejemplo con cimarra

Le conocí un día en casa de Federico Cimarra en un almuerzo que este dio a sus amigos.

Desde el día en que se supo la noticia de la muerte de Cimarra, León no había visto á la hija del Marqués de Fúcar sino dos ó tres veces.

F. Cimarra.

Antes de separarnos para siempre quiero advertirte que yo no he apadrinado á Cimarra, ni le he azuzado contra .

Pero Cimarra se pegó á su brazo y le retuvo haciéndole girar sobre un pie.

Pero suposición tan fea se hubiera desvanecido al oir á Cimarra, el cual, muy serio, ceñudo y con la voz ronca y airada, dijo á su amigo: «¡Suerte deliciosa!...

Conociendo el genio poco voluble de León Roch, Cimarra pareció resignarse, y sentado junto á la mesa acariciaba con sus dedos finos y esmeradamente cuidados la baraja.

Enérgico estásdijo Cimarra tomando á risa el énfasis de su amigo.

» Cimarra hizo con los dedos un signo muy común, diciendo: «El trigo...» Como se ve, de su agraciada boca afluía el lenguaje complejo de ciertos jóvenes del día, y mezclaba el idioma de los oradores con el de los tahures, las elegantes citas en habla extranjera con los vocablos blasfemantes que aquí no se pueden decir... «

Todo es al respetive, como dice, siempre que bromea, mi amigo Fontánrepuso Cimarra alzando los hombros.

Puede que algún día, cuando vivas olvidado de mi en medio de tu felicidad de marido pedagogo, oigas decir que este perdido de Cimarra se ha casado.

» Cimarra aderezó sus palabras con una sonrisa maliciosa.

Desde que Pepa se casó con Cimarra, el pobre D. Pedro no hace más que tragar hiel... ¡Pobre Pepa! Se cuentan de Federico horribles bribonadas... ¡Y qué niña tan bonita tiene Pepa! ¿La has visto?

Por eso dice Cimarra que no puede ocultar su edad...

Desde el día en que se supo la noticia de la muerte de Cimarra, León no había visto á la hija del Marqués de Fúcar sino dos ó tres veces.

F. Cimarra.

Antes de separarnos para siempre quiero advertirte que yo no he apadrinado á Cimarra, ni le he azuzado contra .

Las armas legales con que me ataque se volverán contra él... ¿Y decía usted que el venerabilísimo señor D. Justo Cimarra y el Sr. D. Pedro han concertado una componenda?preguntó Paoletti, que á pesar de su entereza dejábase vencer un poquillo por la curiosidad, sentimiento desarrollado tras de la reja de las culpas.

Para concluir, caballero Cimarra: usted es tan abominable, que no hay posibilidad de satisfacer el único deseo legítimo que nace casi invisible en esa alma llena de tinieblas, aridez, podredumbre y miseria.

Poco después salió Cimarra por el mismo sitio y bajó por la escalerilla de la tribuna sin entrar en la capilla, cuya iluminación de mortuorias hachas, saliendo por las altas vidrieras de colores, le infundía más espanto que respeto.

» Después de una pausa, D. Pedro, comiéndose la mitad de algunas palabras y contrayendo mucho la boca, habló así: Y yo declaro que hemos llegado á esta solución salvadora y pacífica, gracias al convenio que celebramos el Sr. Cimarra y yo, por el cual convenio mi digno amigo responde de que su sobrino renunciará á la querella...» D. Pedro se atascó.

« primerorepitió Cimarra, en quien el cinismo se obscureció un momento para dar paso á un poco de dignidad.

Mirando después á Cimarra, se inclinó sobre Pepa, la besó en las mejillas con ardiente cariño, volvió á mirar al de la puerta, y le dijo: «Estafermo, mira cómo me despido de la que llamas tu mujer...

D. Justo Cimarra se llevó, casi á rastras, á Federico, y no permitiéndole detenerse ni un momento, le sacó del palacio.

Los dos visten camisa de hierro, espada al cinto y encima una cimarra blanca, forrada de rico tisú, el uno, y el otro una gran piel de lobo, cuyas fauces se ajustan á su cabeza.

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