28 Adjetivos para describir comadres

Era íntima, familiar y gárrula, como una vieja comadre, por delante; era grave y luminosa, por detrás, como una deidad.

Tanto como la que másreplicó la comadre oradora.

Las vacas de leche, de monótono cencerro, husmeaban sus ruedas; las cabras, asustadas por el rocín, apartábanse sonando sus campanillas y balanceando sus pesadas ubres; las comadres, apoyadas en sus escobas, miraban con curiosidad aquellas ventanillas cerradas, y hasta un municipal sonrió maliciosamente, señalándola a unos vecinos.

fueron remoques de comadre bachillera.

Las comadres chismosas, en vez de enviar á sus pequeños á la taberna por vino ó aceite, iban en persona á plantarse ante el mostrador, buscando con varios pretextos que la tabernera se levantase de la silla, que se moviera para servirlas, mientras ellas la seguían con mirada voraz, apreciando las líneas de su talle agarrotado.

A lo que solia contestarle una complaciente comadre: Nosotros los españoles podremos tener nuestras faltas, compadre; pero al ménos, gracias á Dios, no somos nacion.

Aunque en la calle no dominara, por causa de las circunstancias, el mismo espionaje que antes, no por esto faltaban comadres curiosas que se hicieran pronto cargo de tales visitas.

¡Ojalá que por esta vez mienta como la comadre más embustera de cuantas comen pan!

Después entró en el cuarto de la paciente, y se oyó la voz gruñona de la comadre, empeñada en darle explicaciones....

¡No es tan orgullosa como se dice!exclamaban las comadres, encantadas de ser admitidas en el castillo.

Y un desfile de maestros: Teniers, Brueghel, Jordaens, Van Dyck: «Tres gracias», de la escuela flamenca, que recuerdan las tres comadres brutalmente encarnadas, de Rubens, en el Museo del Prado, y varios cuadros de ese artista, entre los cuales el retrato notabilísimo de un «Magistrado flamenco.

Misía Rosario no lo iba a charlar con otras comadres envidiosas, eso no; por algo comía el pan de don Manuel Pardo; pero con la gente grave y de buen consejo, v.g.

Su espíritu salió de su restringido círculo nacional; cantó las luchas extranjeras; llamó a la unión de las naciones del norte; su palabra, que apenas se oía en su pueblo, fué callada por el desencanto; sus compatriotas no le conocieron; hubo para él, eso , piedras, sátira, envidia, egoísmo, estupidez: su patria, como todas las patrias, fué una espesa comadre que dió de escobazos a su profeta.

Pero esta alegría insolente, la audacia con que provocaba la curiosidad de las comadres, evaporábase por la noche, después de una jornada de sufrimientos asfixiantes y de forzada serenidad.

Nació en su mente la idea de que la niña Demetria era hija de su señor: se lo comunicó á su esposa en secreto: ésta, con igual reserva, lo puso en conocimiento de una de las comadres más adictas á su persona.

LA GENERALA (una comadre gruesa y canosa; pero de modales autoritarios).¡Ah...! ¿Una nueva recluta...?

Ya la había llamado el día del alumbramiento, porque bien sabía por experiencia que no había en el mundo conocido más hábil comadre que Juana.

Quería que la adelantasen en el camino aquellas comadres hostiles; que la dejasen marchar sola, sin tener que sufrir el tormento de sus murmuraciones.

Al fin, comprendiendo que estaban sirviendo de befa, callaron las irritadas comadres y se cambió de conversación.

Habla con ella lo mismo que si fuese una comadre llorosa de su barrio, abrumada por una noticia fatal.

Cuando Cañamèl le habló de la enfermedad del estómago, la maliciosa comadre fijó en él una mirada de asombro, como si por su pensamiento pasase una idea que á ella misma la asustaba.

Con un compadre en el barrio, y una comadre mística en las alturas, el porvenir del licenciado está seguro.

Sigue el camino que principia aquí al frente de mi choza, y después de tres días de marcha llegarás a casa de una bruja tuerta, más mala que la hiel y comadre muy querida del Gigante: ésta es la primera avanzada que tienes que vencer.

Volvía a presentarse la terrible comadre, toda fatigosa y sofocada.

Es ese loco de los asturianos, ese arlote de los vizcaínos, ese chorúa de los guipuzcoanos, que hace reír, que asusta a las tímidas comadres, que perturba, en fin, la exagerada tendencia a la normalidad del resto de los habitantes.

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