DON PEDRITO ¡Y tú un hijo de puta! Don Pedrito y Don Rosendo se abalanzan y se agarran.

No estará de más que con la mayor reserva diga yo aquí, para ilustrar á mis lectores, que la poetisa tenía, entre otros, un defecto que suele ser cosa corriente entre las hembras que agarran la pluma cuando sólo para la aguja sirven, es decir, la envidia.

Aún tiene en sus ubres leche suficiente para todos; sólo que son muy pocos los que se agarran a ellas y se hartan hasta reventar, mientras los demás mugen de hambre.

Se diría que los demonios me agarran de los pies y me llevan allá sin que yo quiera.

¡Y los pobres no agarran! ¡Qué van a agarrar!...

Conozco lo que son esas mujeres elegantes y llenas de perfumes: verdaderos demonios que enclavijan sus uñas cuando agarran y hay que cortarles las manos para que suelten... ¡Y el buque sin trabajar, como si estuviese varado, mientras que los otros se llenan de oro!...

Por eso, cuando se le ocurre a mi dios echar bendiciones, caen éstas casi siempre sobre los brutos con suerte o los maliciosos que las agarran al paso.

Mas ¡con qué maravillosa sencillez de medios! Los hay que no siendo más que un hilo, para avanzar se disparan como un tirabuzón elástico; otros se valen de su ondulante cola ó de sus pequeñas cejas vibrantes á guisa de remo y gobernalle; las preciosas vorticelas, cual jarrón de flores, se agarran juntas sobre una isla (plantecica ó cangrejito), y luego se aislan descolgando su delicado pedúnculo.

Sus sarmientos se enroscan y agarran con los zarcillos al encañado, cuelgan profusos los racimos, y los redondos pámpanos anchos forman un toldo de suave color presado sobre las aguas quietas.

Cuando los ingleses agarran, no sueltan, tenlo por seguro.

¡Ya vuelve! ¡Échalos, Luis, échalos, por Dios! ¡Que me agarran! No temas; estás conmigo...

No se agarran los náufragos a su leño con mayor firmeza.

La muchachita se volvió como una víbora, contempló a Vidal de arriba abajo y, con voz estridente, le dijo: Pa mí que tu eres de los que se agarran a la verja del Dos de Mayo y dan la espalda.

No, señor, aquí agarran jente para que sirva, i así lo habian tomao.

En el amplio picadero que poseía cerca del Hipódromo aquel hombre grueso y bajito, á quien Juan Francisco recordaba haber visto en el Hospicio muchas tardes, fué donde el niño cobró inclinación hacia el arte que luego había de ocupar su vida; pues el medio es algo que modifica y se pega al carácter, como se agarran á los vestidos los perfumes.

Para él, el colmo del despilfarro era dar dinero á los fondistas y posaderos, ó á los grandes gandules que agarran en el baño á las señoras para que no se ahoguen.

La ciudad parece abandonada: Hay parajes donde las casas se aplastaron y esparramaron por tierra como los castilletes que levantan los niños, y calles enteras donde los esqueletos permanecen en pie, con las fachadas en escombros, mostrando los interiores burgueses, en una angustia de abandono, llena de gritos de mujeres y llanto de niños asustados que se agarran a las faldas.

Ya se adivina si estará concurrida la plataforma de la torre, y si los que se agarran á sus almenaslas mismas á que Isaura se abrazó en trance apretadísimosentirán latir el pecho de ansiedad, á veces de dolor, á veces de suprema alegría.

Lo estrechan con gran cuidao, Y agarran, al aclarar, Ñanduces, gamas, venaos, Cuánto ha podido dentrar.

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas! ¡Tabernas que cantan con una voz de orangután! Sobre los muelles, mercurizados por la pesca, marineros que se agarran de los brazos para aprender a caminar

De punta y de filo se hieren á izquierda, á derecha, la cabeza, el pecho: retiranse, acométense; se apartan, se agarran de nuevo; dóblanse como serpientes, embísterise como leones: á cada instante salfan chispas de los golpes que se pegan.

(Ahora se agarran ji, jidecía en efecto una voz burlona en la pieza inmediata), yo la llamaré a usted siempre Amalia Ludvigovna, aunque no puedo comprender por qué le molesta este nombre.

Los náufragos se agarran a una paja.

Los mozos se agarran de las manos en filas imponentes, y corren bailando, gritando, riendo.

Mas apénas había andado dos leguas, quando héteme otros quatro héroes de dos varas y tercia, que me lo agarran, me le atan, y me le llevan á un calabozo, Preguntáronle luego jurídicamente si queria mas pasar treinta y seis veces por baquetas de todo el regimiento, ó recibir una vez sola doce balazos en la mollera.