100 oraciones de ejemplo con estar atento

013:034 «Es como un hombre, que viaja a otro país, dejando su casa, y dando autoridad a sus siervos, y a cada uno su trabajo, y también ordenará al portero estar atento.

¿No pudiste estar atento una hora?

Juan está atento y es obediente.

¿Quién está atento?

, p. 386: Viendo que nadie le está atento y que canta villancicos al sordo.

Clara despertó toda soñolienta, y de la primera vez no entendió lo que Dorotea le decía; y, volviéndoselo a preguntar, ella se lo volvió a decir, por lo cual estuvo atenta Clara.

Parece que lo entendió la cabra, porque, en sentándose su dueño, se tendió ella junto a él con mucho sosiego, y, mirándole al rostro, daba a entender que estaba atenta a lo que el cabrero iba diciendo, el cual comenzó su historia desta manera: Capítulo LI.

Estuvo atenta la sobrina a las razones del tío, y pareciéronle más concertadas que él solía decirlas, a lo menos, en aquella enfermedad, y preguntóle: ¿Qué es lo que vuestra merced dice, señor?

Precisamente en una de las pocas ocasiones en que la despreocupada joven no estaba atenta a los discursus del banquero, que la divertían sobremanera.

Sin decidirse a abrir, estuvo atenta breve rato figurándose de quién era la mano que había cogido aquel verde cordón de la campanilla, nada limpio por cierto.

Comienza siempre con una situación que encadena el interés del público; le hace esperar algo, y le obliga á estar atento; después sigue la narración, que explica los hechos y circunstancias necesarias para la inteligencia del drama, y satisface de este modo la curiosidad de los espectadores, quienes poseen ya la clave para comprender lo que sigue.

En la música de Cámera no se nota ese fenómeno, porque ella está exenta del subjetivismo, por cuanto el autor no está atento más que a la labor científica, si así puede decirse, y estas obras representan, por lo regular, la inteligencia del autor, más no su estado de alma.

La hermosa estuvo atenta á las palabras, al llanto y á los movimientos del que le consagraba ferviente amor; no era ciertamente aquella la primera vez que escuchaba tales quejas, pero jamás pudieron conmover su duro y helado corazon, como sucede al que desdeña á sus semejantes por no encontrar á ninguno digno de él.

Pues está atento, por mi vida, y no murmures ni hables entre dientes, que por extenso te quiero informar de las virtudes y de las gracias de natura, de que Serafina está asazmente adornada; ella es muy pacífica y amiga de toda concordia, de la qual virtud está escripto: bienaventurados los pacíficos, porque ellos poseerán el reino de los cielos.

Está atento, Pinardo, así la ventura próspera te acompañe.

14 Entonces una mujer, llamada Lidia, que vendia púrpura en la ciudad de los Tiatiréos, temerosa de Dios, oyó: el corazon de la cual abrió el Señor, para que estuviese atenta á lo que Pablo decia.

una mujer, llamada Lidia, que vendia púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazon de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta á lo que Pablo decia.

Cuando llegaron al puerto serian las ocho de la mañana, que tan serena y clara se mostraba, que parecia que estaba atenta mirando aquella alegre entrada.

La Argüello, que estaba atenta desde el corredor á todas estas pláticas, oyendo decir á Avendaño, que él fiaba á su compañero, dijo: Dígame, gentilhombre, y ¿quién le ha de fiar á él? que en verdad que me parece que mas necesidad tiene de ser fiado que de ser fiador.

2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré.

Oye, oh SEÑOR, justicia; está atento a mi clamor; escucha mi oración [hecha] sin labios de engaño.

2 Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo, 3 a causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; porque echaron sobre iniquidad, y con furor me han amenazado.

6 Escucha, oh SEÑOR, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos.

CAPÍTULO 2 1 Hijo mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, 2 haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;

14 Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.

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