49 oraciones de ejemplo con moncayo

This period was of short duration, however; for Gustavo (who was never strong) soon fell ill, and was obliged to withdraw from the capital, in search of purer air, to the historic monastery of Veruela, situated on the Moncayo, a mountain in northern Spain.

Read his description of his journey to the ancient Aragonese town of Tarazona, picturesquely situated on the River Queiles, of his mule trip over the glorious Moncayo, of the peacefulness and quiet of the old fortified monastery of Veruela, and you will surely feel inspired to follow him in his wanderings.

El río, que desde las musgosas rocas donde tenía su nacimiento venía siguiendo las sinuosidades del Moncayo á entrar en la cañada por una vertiente, deslizábase desde allí bañando el pie de los sauces que sombreaban su orilla, ó jugueteando con alegre murmullo entre las piedras rodadas del monte hasta caer en una hondura próxima al lugar que servía de escondrijo al montero.

Hay quien asegura que tomó parte en las primeras facciones con Misas y el Trapense, y es indudable que al fin de los tres años constitucionales se presentó descaradamente con una partida en Moncayo, donde hizo estragos.

Estos manobos son de raza malaya y habitan la cuenca del rio Agusan desde Moncayo hasta Butuan: tambien se hallan en otros sitios de la isla principalmente en el cabo de San Agustin, en la costa oriental de Davao y en la isla de Tumanao ó Sarangani del Este.

Cuando yo estuve en Aragón, pasamos siete meses juntos cazando en el Moncayo.

sus frutos provechosos de la higuera de Adán la cepa erguida que halló en un tallo gérmenes copiosos; pero borrad las cuencas en que anida, quitad la tierra donde el tallo crece: si no arraiga la planta, ¿tendrá vida? Al hombre el Hacedor el globo ofrece, mas también dió al león la selva obscura, y su grito el Moncayo no estremece.

Hacia el lado de Aragón se erguían las masas del Moncayo y Cebollera que separan las vertientes del Ebro y del Duero, la sierra de Peñalara de Burgos, Quintanar, Duruelo y la meseta de Carazo, desnuda y pelada.

Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el latir de la jauría desencadenada y las voces de los pajes resonaron con nueva furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros se dirigió al punto que Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más á propósito para cortarle el paso á la res.

Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo.

La Azucena del Moncayo llamábanla en veinte leguas á la redonda, y bien merecía este sobrenombre, porque era tan airosa, tan blanca y tan rubia, que como á las azucenas, parecía que Dios la había hecho de nieve y oro.

El río, que desde las musgosas rocas donde tenía su nacimiento venía, siguiendo las sinuosidades del Moncayo, á entrar en la cañada por una vertiente, deslizábase desde allí bañando el pie de los sauces que sombreaban su orilla, ó jugueteando con alegre murmullo entre las piedras rodadas del monte, hasta caer en una hondura próxima al lugar que servía de escondrijo al montero.

Hízolo así el posadero, ajusté el viaje con unos hombres que habían venido á vender carbón de Purujosa y se tornaban de vacío, y héteme aquí otra vez en marcha y camino del Moncayo, atalajado en una mula como en los buenos tiempos de la Inquisición y del rey absoluto.

Aún no he acabado de leer las primeras columnas del periódico, cuando el último reflejo del sol que dobla lentamente la cumbre del Moncayo, desaparece de la más alta de las torres del monasterio, en cuya cruz de metal llamea un momento antes de extinguirse.

Ni aun pregunté su nombre; y si mañana ó el otro quisiera buscarle por su situación en el mapa, creo que no lo encontraría: tan pequeño es y tan olvidado parece entre las ásperas sinuosidades del Moncayo.

Queridos amigos: El tiempo, que hasta aquí se mantenía revuelto y mudable, ha sufrido últimamente una nueva é inesperada variación, cosa, á la verdad, poco extraña á estas alturas, donde la proximidad del Moncayo nos tiene de continuo como á los espectadores de una comedia de magia, embobados y suspensos con el rápido mudar de las decoraciones y de las escenas.

¿Ve usted esos jirones de niebla oscura que se deslizan poco á poco á lo largo de la inmensa pendiente del Moncayo, como si sus cavidades no bastaran á contenerlos?

Componían entonces este lugar quince ó veinte casuquillas sucias y miserables, refugio de algunos pastores que llevaban á pacer sus ganados al Moncayo.

Por eso no temáis, pues está bien cerca de aquírespondió el viejo impasible;cuando el sol se esconde por detrás de las cumbres del Moncayo, su sombra cae sobre vuestra aldea.

De pico á pico de la elevada cresta del Moncayo, se extendían largas bandas de nubes color de plomo, que, arrolladas hasta aquel momento por la influencia del sol, parecían haber esperado á que se ocultase para comenzar á removerse con lentitud, como esos monstruos deformes que produce el mar y que se arrastran trabajosamente en las playas desiertas.

Antes de llegar á lo que se llama el Somontano, que es una reunión de valles y alturas que van subiendo gradualmente hasta llegar al pie de la cordillera que domina el Moncayo, coronado de nieblas y de nubes como el gigante y colosal monarca de estos montes, hay, viniendo de Tarazona, una gran eminencia que lo oculta á la vista hasta que se llega á su cumbre.

Un arroyo de agua cristalina corre allí con un ruido apacible, medio oculto entre el espeso festón de juncos y lirios blancos que dibuja sus orillas, y, en el verano, las ramas de los chopos, agitadas por el aire que continuamente sopla de la parte del Moncayo, dan á la vez música y sombra.

En este intervalo cerró la noche, y la tormenta, que durante toda la tarde se estuvo amasando en la cumbre del Moncayo, comenzó á descender lentamente por su falda y á tronar y á relampaguear, cruzando las llanuras como en un majestuoso paseo.

Moncayo, como suele, ya descubre Coronada de nieve la alta frente; Y el sol apenas vemos en oriente, Cuando la opaca tierra nos lo encubre.

Y así, Damián, en el risueño mayo de una vida sin mancha, como arbusto que el aquilón derriba en el Moncayo, pasó también tu hermano, y la del justo severa majestad brilló en su frente, de un alma religiosa templo augusto.

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