238 oraciones de ejemplo con odas

Ya arribaron todas, todas, con sus pórticos y flámulas y sus globos de escarlata: ya arribaron las pagodas... Las pagodas han tocado la marmórea escalinata del palacio del Gran Hombre de mortífera sonrisa, y cuyo nombre lo repiten la corriente de las aguas y los vientos en sus odas y en los flébiles arpegios de su eterna serenata.

El río solitario, cruzando las malezas, en su áspero camino tropieza sin cesar, y en vez de alegres odas murmura sus tristezas: tal navegan los hombres de la vida en el mar.

Ganó tres premios seguidos en los juegos florales; a los veinte escribió Bug Jargal, y un año después su novela Han de Islandia, y sus primeras Odas y Baladas.

Vuelto a América, vémosle en la escuela de Clarke, en Richmond, en donde al mismo tiempo que se nutre de clásicos y recita odas latinas, boxea y llega a ser algo como un champion estudiantil; en la carrera hubiera dejado atrás a Atalanta, y aspiraba a los lauros natatorios de Byron.

Puso atención, creyendo oír odas y canciones, y su semblante expresaba un éxtasis melancólico, aunque a decir verdad lo que se oía era una conversación de miles de picos, un galimatías parlamentarioforestal, donde el músico más sutil no podría encontrar las endechas amorosas de que tanto se ha abusado en literatura.

Góngora, hombre ingenioso y de singular talento, cuyas composiciones juveniles, romances y odas en estilo nacional español, son en parte modelos perfectos en su género, llevado de su rivalidad por el escaso favor que el público le dispensaba, se desató en ataques satíricos contra su contemporáneo más amado, y no perdonó á Lope.

Ciento seis poetas y poetastros españoles rivalizaron á porfía en ornar su tumba con odas, décimas, glosas, sonetos, epitafios y elegías, y suministraron á Montalván los materiales para elevarle el honroso monumento, que consagró á su difunto amigo y maestro, con el título de Fama póstuma á la vida y muerte del doctor Fr.

Con tales encantos Refugio no podía sostener comparación con su hermana, cuya hermosura grave, a la vez clásica y romántica, llena de melancolía y de dulzura, habría podido inspirar las odas más remontadas, idilios tiernísimos, patéticos dramas, mientras que la otra era un agraciado tema de Anacreónticas o de invenciones picarescas.

¿Por qué en odas, en elegías, en coplas, en dramas, en novelas y aun en gruesos librotes de filosofía, hemos de angustiar á los mortales y quedarnos tan frescos? Todos, aunque seamos optimistas, tenemos ratos, y días y semanas de mal humor, de tristeza y de abatimiento.

Gran mérito tiene la elegía dedicada á su amigo Juan de Malara, y no son ménos notables las odas á D. Juan de Austria y á la derrota del rey D. Sebastián en África.

Publicó además varios dramas históricos de escaso mérito, vertió al inglés con soltura las Coplas de Jorge Manrique ya citadas, y asimismo tradujo la Campana de Schiller, el Caballero Negro de Uhland, el Purgatorio del Dante, muchas baladas escandinavas, diversas odas de Muller, etc., etc.

En otra parte se le veia en medio de un escogido grupo de filósofos y poetas: unos le describian el curso de los planetas, otros la Tierra; otros le enseñaban la constitucion física del Cielo; estos tristes elegías, aquellos alegres versos, cantos heróicos ó armoniosas odas: más allá se le veia escuchando con placer la música ó ejecutando con suma gracia algunos pasos de baile.

No lo puedo remediar, pero á lo que mi natural más naturalmente me tira es á cierto conversar sin liga ni encadenamiento, á un palique al modo de las odas pindáricas ú horacianas en que sin plan general ni serial vayan enredándose las ideas, por los rabillos de la asociación lógica que en los tratados de psicología se estudia, como las cerezas se enredan.

Tenemos en la mano una pluma, estamos prontos á tirarla como una basura, una voz nos dice al oido: Con esa pluma escribió Heredia sus odas inmortales.

» Voluntariamente encanallado, canta a la canalla, se enrola en las turbas de los perdidos, repite las canciones de los mendigos, los estribillos de las prostitutas; engasta en un oro lírico las perlas enfermas de los burdeles; Píndaro «atorrante» suelta las alondras de sus odas desde el arrollo.

Hay que decir, como Chateaubriand después de haber leído las primeras odas del jovencito Víctor Hugo: «¿Niño sublime?

Otro : hay que agregar, que no es gran conocedor de la músicada buon poeta, dice su interviewer; se quiere hacer el wagnerista, pero en el fondo «si commuove solamente e sinceramente quando ascolta O signor che dal tetto natio!» Ojetti teme que el ambiente, que el medio boloñés, entumezca en parte las alas del águila de las Odas bárbaras en su vivaz vejez.

856/58 1916 =Obras del autor= VERSO Las Montañas del Oro (agotado) Los Crepúsculos del Jardín " Lunario Sentimental " Odas Seculares "

Quedan, en cambio, inservibles todos los embustes y ponderaciones:¡Tan verdad como el sol que nos alumbra!Inservibles también una porción de odas y de comparaciones.

AMARI ALIQUID I Á LA... Verificábase la Distribución de premios y reparto de dignidades, junto con una Concertación ó certamen científico de la clase de Física, y declamación de odas.

Sentada horas y horas, pues, experta en pastos, sabía aprovechar el tiempo, meditaba más que comía, gozaba del placer de vivir en paz, bajo el cielo gris y tranquilo de su tierra, como quien alimenta el alma, que también tienen los brutos; y si no fuera profanación, podría decirse que los pensamientos de la vaca matrona, llena de experiencia, debían de parecerse todo lo posible a las más sosegadas y doctrinales odas de Horacio.

Esta mentida y decantada inocencia de América, que celebra Quintana en una de sus mejores odas, me trae á la memoria un terrible pasaje de la Crónica del Perú de Pedro de Cieza, que presenta Leopardi en apoyo de su negro pesimismo y desesperada misantropía.

Para Méjico no deja usted de traer á cuento el auto de fe que de muchos manuscritos ó pinturas simbólicas hizo el arzobispo D. Juan de Zumárraga; pero ni ahí, ni en el Perú, hubo ni Zumárraga ni Omar que incendiase las bibliotecas, y sin embargo, ¿dónde están las odas, los dramas, las filosofías y las teologías que del Perú y del primitivo reino de Quito nos han conservado los doctos?

Lo singular es que usted después de traer tales argumentos en favor de la indulgencia, maldito el caso que de ellos hace, y sin considerar que los Tinicos de por ahí acaso escriban alguna otra oda tan magnífica ó más que la del de Calcis, me los pone de vuelta y media por las malas odas que ya han escrito.

Se extiende ante nuestra proa un mar tranquilo, luminoso, como los lagos cantados en odas y romanzas.

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