40 colocaciones para rezos

En alta boz, clara voce, que dice la Rúbrica ó advertencias en letra roja, que se ponen en el Misal y Breviarios ó libros de rezo.

Sabelita se santigua, y la rosa marchita de su boca se estremece con el murmullo de mi rezo.

Luego le hicieron poner un vestido de lana burda y negra muy sencillo; pero aquellas prendas sólo eran de indispensable uso al bajar a la capilla y en las horas de rezo, y podía quitárselas en las horas de trabajo, poniéndose entonces una falda vieja de las de su propio ajuar y un cuerpo, también de lana, muy honesto, que recibían para tales casos.

Creo que después me sacaron de allí, y con estas indecisas memorias se asocia la vista de unas que daban pavorosa claridad en medio del día, el rumor de unos rezos, el cuchicheo de unas viejas charlatanas, las carcajadas de marineros ebrios, y después de esto la triste noción de la orfandad, la idea de hallarme solo y abandonado en el mundo, idea que embargó mi pobre espíritu por algún tiempo.

Sus labios secos y azulencos, parecían agitados por el temblor de un rezo.

Estos retruécanos soeces de las palabras del rezo debían de ser chistes de los clérigos, pues para ponerlos en la picota los trae el Arcipreste.

Ella, con lento ademán, sacó del bolsillo su breviario diminuto, y desdoblando la hoja que aquel día estaba señalada por la flor marchita, leyó con voz de rezo, un poco temblorosa: «

Siéntese primero un murmullo, después los pasos nuevamente, reaparece la fila de lacayos con hachas, crece el rumor, se aumenta la claridad, sombras de vivos corren por sobre las figuras pintadas, vuelven á crujir las charoladas tablas; siguen libreas, mucho color, mucho traje, hombres y mujeres de todas clases, rostros indiferentes, otros que revelan pena ó lástima; óyense las sílabas quejumbrosas del rezo del cura y sus acólitos.

Marcelina, entregada á la embriaguez del fanatismo, pasa todo el día en la iglesia, borracha de rezos,

Se les veía moverse; pero no se oían sus pasos sobre el áspero suelo nevado, ni alteraban el silencio de la Naturaleza, que parecía haber enmudecido de repente por respeto a lo que estaba pasando allí, otros ruidos que algún murmurio de tarde en tarde, como de rezo coreado, y el tañido constante de la campana de la iglesia, repetido ya por el débil tintineo de una campanilla de monago que aún no había surgido de la oscuridad.

Añadió Luci que había una gran corrupción entre los carlistas de Bayona, a pesar de los rezos y los golpes de pecho; que algunas señoritas iban a casas sospechosas para vivir, porque no tenían medios; que unas cuantas habían ido a ver una vieja de Ciburu, que les había dado pociones para abortar, y que, por último, se decía que entre Don Carlos y Arias Teijeiro había relaciones parecidas a las de Enrique III de Francia y sus mignones.

Es ya tarde: cuidadosa, sin duda en ferviente rezo, la infeliz Ayela aguarda al hijo que es su consuelo, su solo amor en el mundo, su solo dolor acerbo.

En su estrado estaba doña Mencía, sola y entregada a sus rezos, en una hermosa mañana del mes de Abril, cuando su doncella Leonor entró precipitadamente, asustada y llorosa, y se echó a sus pies pidiendo perdón y refugio.

Sin embargo, desde hacía algunos años tenía dudas respecto al derecho de usar de aquella ciencia, creyendo que las plantas no podían hacer ningún efecto sin el rezo y que el rezo debía bastar sin las plantas; así es que sus delicias hereditarias de vagar por los campos para recoger la digital, el acónito y el mastuerzo, comenzaron a revestir ante sus ojos las formas de la tentación.

¡Ay!, meditando sobre esto he comprendido la esterilidad de mis rosarios, de mis rezos.

Y se lo atizó todo, de cabo a rabo, sin omitir letra, articulando correctamente las sílabas en voz baja a estilo de rezo.

Los sacerdotes católicos, enseñando a la par de los brujos, que se pueden contrariar los fenómenos y leyes naturales con rezos o hechizos, hacen igual propaganda.

Exórnanlos trozos traducidos ó imitados de las Escrituras, paráfrasis de himnos y fragmentos del rezo eclesiástico.

«Es usted un santo, un santo de veras; el único santo que he conocido», me decía de cuando en vez, mirándome con adoración, las manos en actitud de rezo.

La pobre mujer, mientras recogía el rescoldo, no dejaba de enviarme bendiciones con un musitar de rezo: ¡El Señor quiera concederle la mayor suerte y salud en el mundo, y que cuando llegue al Palacio tenga una grande alegría!... ¡Quiera Dios que se encuentre sana a la señora y con las colores de una rosa!...

: ¡Por siempre,nunca! ¡Nunca,por siempre! De aquella alcoba salió deslumbrante La desposada en su traje de nieve; En el salón silencioso y obscuro Vióse tendido el cadáver inerte; Y á cada pausa en los rezos, marcaba

Su meditación de religioso se quebrantaba con sus cavilaciones de hombre, y si la enérgica voluntad o el temor al peligro traían la oración a sus labios, entre los severos pensamientos del sagrado rezo se deslizaba un nombre de mujer, penetrando su imagen alegre y bulliciosa entre las austeras reflexiones, como entraría una maga en un coro de monjes.

¡Divinos labios que desvanecían en un perfume de rezos el perfume de los olés flamencos! Se apartó vivamente porque el golpe de la pierna de palo volvía a sonar despertando los ecos del caserón.

No son bufonerías impías del Arcipreste, como algunos creyeron, ni profanación del rezo eclesiástico; sino poner en solfa aristofanesca, de estilo fugado y de fino contrapunto, en escena plástica y teatral, lo que de hecho pasaba á tanta clerigalla de aquellos malhadados tiempos, achacándoselo todo al Amor.

¡Cuán sabrosa aquella su pereza junto a la lumbre! Soñó en la paz de los monasterios, en la ascética fruición de la celda durante los días y noches del invierno, en la deliciosa somnolencia de los rezos en los coros obscuros, entre el olor eclesiástico de los viejos barnices, de la cera, del incienso.

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