119 Adjetivos para describir estómago

Pepeta, insensible á este despertar que presenciaba diariamente, seguía su marcha, cada vez con más prisa, el estómago vacío, las piernas doloridas y las ropas interiores impregnadas de un sudor de debilidad propio de su sangre blanca y pobre, que á lo mejor se escapaba durante semanas enteras, contraviniendo las reglas de la naturaleza.

Su estómago delicado no puede resistir los cereales y los cadáveres que alimentan á la hormiga, bestia feroz de quijadas triturantes y patas cortadoras.

Llegué a una venta sudando, polvoroso, despeado, triste y, sobre todo, el molino picado, el diente agudo y el estómago débil.

No la pasó ansí Sancho Panza, que, como tenía el estómago lleno, y no de agua de chicoria, de un sueño se la llevó toda; y no fueran parte para despertarle, si su amo no lo llamara, los rayos del sol, que le daban en el rostro, ni el canto de las aves, que, muchas y muy regocijadamente, la venida del nuevo día saludaban.

Y él, tan sobrio, bebió uno tras otro dos vasos de aguardiente, que cayeron como olas de fuego en su estómago desfallecido.

A los postres tuvo el tío Frasquito una idea nueva y felicísima, una verdadera inspiración nacida entre los vapores de su estómago agradecido, y acogida con entusiasmo por todos los presentes.

Doña Lupe hizo esfuerzos por atraer hacia su paladar, con la lengua y con los rechupidos de sus labios, lo que en el fondo del pocillo quedaba, y conseguido esto al fin, acabó así: «Con estos disparates sacrílegos estuve toda la noche en vilo, horrorizada, el estómago revuelto, y deseando que el día llegara».

El esturión, estómago insaciable, intervenía en el banquete oceánico, encontrando en el bacalao la substancia concentrada de ejércitos de arenques.

Y tirando del cinturón para correr la hebilla unos cuantos puntos, acallaban de este modo el estómago hambriento y seguían adelante con el mosquete al hombro, el talle gentil y la ilusión aleteando ante sus ojos.

y miró a su mujer y luego a Gorito y después a Reguera con cierta especie de colérica complacencia retratada en el semblante, arrebatado y apoplético por los vapores que le subían del repleto estómago...

Esta sopa es relajante, ocasiona flatuosidades y eructos, y no puede convenir sino á estómagos robustos.

Unos piden mulas, otros coches, otros literas, otros palafrenes, y ningunos hay que se contenten con carros, porque dicen que tienen malos estómagos.

Tras esto dijo que iba a la corte, porque un mayorazgo raído como él, en un pueblo corto olía mal a dos días y no se podía sustentar; y que por eso se iba a la patria común, adonde caben todos y adonde hay mesas francas para estómagos aventureros; "y nunca cuando entro en ella me faltan cien reales en la bolsa, cama y de comer, porque la industria en la corte es piedra filosofal, que vuelve en oro cuanto toca".

Porque aquel hombre no era un malvado: era un pobre muchacho lleno de ilusiones a quien la vida del gran mundo se le subía a la cabeza, como se sube un vino de mucho cuerpo en un estómago acostumbrado sólo al agua.

Es que tiene el estómago fuerte y la pícara de ella se los traga.

"Es cosa muy saludable y provechosadecíacenar poco para tener el estómago desocupado", y citaba una retahila de médicos infernales.

Y luchaba con aquel organismo quebrantado, con el estómago descompuesto por la miseria, con los pulmones heridos y el corazón sujeto a desarreglos en el funcionamiento, con la máquina humana desvencijada por una vida de sufrimientos y emociones.

No comía seriamente más que por la noche, al volver á la barraca, y sentado en el suelo en un rincón, con el caldero entre las rodillas, pasaba horas enteras silencioso, moviendo á ambos lados su boca de cabra vieja, tragando cantidades enormes de alimento, que parecía imposible pudieran contenerse en un estómago humano.

A no me agradan estas cosas, porque lo que prefiero de un extremo del año al otro es un pedazo de pan; pero los hombres tienen un estómago tan caprichoso que necesitan cambiar; , necesitan, lo ; que Dios los ayude.

Habéis hecho mal; con el estómago frío, la cabeza está débil y vaga y se pierde.

Me da dolor de estómago oirte.

Y mientras se sentaban, miró con terror al amigo de su sobrino, que era lo mismo que un buey puesto en dos pies, y pensaba que si el apetito correspondía al volumen, todo lo que en la mesa había no bastara para llenar aquel inmenso estómago.

Aguado, que tenía el estómago perdido sin necesidad de comer, era enemigo de la dieta tratándose de personas delicadas como doña Emma.

Los hombres maduros, los veteranos del trabajo, con el estómago quebrantado por largos años de esta alimentación, manteníanse a distancia, rumiando un mendrugo seco.

Esta composicion es restaurante y sana, pero es estimulante y no conviene á los temperamentos nerviosos, á los estómagos irritables ni á las personas ardientes.

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