2529 oraciones de ejemplo con la espalda

Se nombró inmediatamente una columna muy reforzada, para que, tomando otra direccion, rodease la montaña y subiese á dominar por la espalda á los rebeldes, y el Comandante General con el resto del ejército se puso en marcha por la llanura: pero á la media legua tuvo que dar vuelta para evitar otra montaña, y bajar á un valle muy ancho y espacioso, donde con mas desembarazo pudiesen maniobrar sus tropas.

Era ventajoso, porque su izquierda estaba apoyada sobre el rio caudaloso de Coata; su derecha cubierta de una laguna, y por la espalda no permitia sino un estrecho paso la península que forman las aguas, en cuya entrada se colocaron 25 hombres de á caballo para mayor seguridad de la mulada y ganado que estaban como encerradas en su recinto.

Con la idea de cortarlos y que no se reuniesen á los demas, dió Orellana la órden para que un destacamento de caballeria saliese á atacarlos, lo que egecutó tan oportunamente, que al propio tiempo llegaron los indios fieles de Paucarcolla, Guaca y la Estancia de Moro, que los tomaron por la espalda.

La zampoña que lleva a la espalda le hace el bulto de una joroba, bajo la luenga capa.

Otra volará detrás, con su cable amarrado á las dos manos de usted cruzadas sobre la espalda.

Gentleman-Montaña, ¡las manos atrás! Gillespie lo hizo así, y, apenas hubo cruzado sus manos sobre la espalda, sintió en torno de las muñecas algo que parecía vivo y se enrollaba con una prontitud inteligente.

Vió cómo los atletas bigotudos y malencarados se echaban á la espalda sus mochilas, despidiéndose de sus compañeros.

Luego le volvió la espalda, empezando á forcejear para subir la segunda ancla.

Tiéndense los músculos del pecho, se contornea la espalda, y el ángulo del codo y las suaves curvas del hombro describen en su dilatación graciosas líneas que dan armoniosa expresión escultural á toda la figura.

Sintióse arrastrar sin ver quién le arrastraba; fuerzas descomunales tiraban de sus puños, le golpeaban la espalda, le impelían hacia fuera, sintió abrirse la puerta con estrépito, sintió que su cuerpo recibía una fuerte sacudida, sintióse arrojado y libre de aquellos brazos terribles; cayó al suelo.

Entonces adquirió conocimiento exacto de su situación, y vió que estaba en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, inclinada la frente, caído y revuelto el cabello.

Las dos viejas, que volvían la espalda al segundo grupo, no veían nada; pero Lázaro, que estaba de frente, notaba la expresión atentamente curiosa y fascinadora de aquellos dos ojos, y se preguntaba qué podía haber en su fisonomía y en su persona que pudiera excitar la curiosidad infatigable de aquella señora.

No sabemos si fué efecto de la casualidad ó si lo hizo de intento; pero es lo cierto que, contra su costumbre, tenía simplemente la cabeza cubierta con un pañuelo, y que durante el diálogo sus magníficos cabellos, tesoro disimulado por el misticismo, se desataron y cayeron gradualmente por la espalda.

No tiene hora fijadijo el portero volviendo la espalda y dirigiéndose á la portería.

Los hombres corrían también, y ella se figuraba que le tocaban la espalda, y creía sentir junto á sus propios oídos las infernales palabras de ellos.

Si estuviera aquí mi Blas, se vería si hay un hombre pa otro hombremurmuró, volviendo la espalda, la promovedora de aquel alboroto.

Al llegar a la esquina, en la misma red de San Luis, se detuvo vacilante, miró a todas partes, y percibiendo otra vez al rubio mancebo le volvió la espalda con ostensible desprecio y comenzó a descender con más prisa por la calle de la Montera, donde su presencia causó entre los transeuntes la misma emoción.

Y uno tras otro fueron poniendo la palma de la mano en la espalda de aquel hermoso animal que, efectivamente, casi quemaba.

Cuando se cansaba, o en la escena se cantaba una pieza de empeño, guardaba silencio, volvía la espalda al joven y escuchaba un rato.

Pero cuando ella le volvió la espalda para escuchar la ópera, estaba tan alterado aún y confuso que no se atrevió a besar el cabello, aunque el peinado era bajo y la ocasión más propicia que nunca.

Bonjour, monsieur, dijo rudamente el duque dándole una palmada en la espalda.

Resignado, pues, con las mejillas encendidas aún, se despidió no sin que el duque le llevase hasta la puerta muy cortésmente, dándole afectuosas palmaditas en la espalda.

Salabert, sin reparar en ello, empezó a repartir abrazos y palmaditas en la espalda, haciendo un ruido formidable con sus voces y risotadas.

Amargo desengaño debió de experimentar cuando al penetrar en los salones y tropezar con una porción de distinguidos salvajes a quienes trataba con intimidad, Pepe Castro, el conde de Agreda, Maldonado y otros, observó que todos le volvían la espalda y se apresuraban a alejarse.

Pepe Castro sintió cierto hormigueo en la espalda, que no era producido solamente por el agua, y rió de un modo extraño.

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