1629 oraciones de ejemplo con la silla

Don Juan Manuel Montenegro, que vuelve borracho de la feria, cruza por el camino, jinete en un potro que se muestra inquieto y no acostumbrado a la silla.

Despavorido bajó a la cuadra, donde tiene su caballo, le puso la silla y se lanzó al camino, aquel camino aldeano de verdes orillas, que cruza por delante de la casona hidalga.

Trémula estáis: ocupad la silla.

El Doctrino y Javier se disputaban la causa con nuevo furor, y Lázaro, que estaba sentado en la silla, había cedido al cansancio, y apoyado en la misma cama, esperaba la primera escena de los Gracos.

Al fin la dama, no pudiendo vencer la irritación que esto la producía, alzóse bruscamente de la silla y despidiéndose con una frase seca del dependiente, que le guardaba extraordinarias consideraciones, salió del comercio y llegó hasta la Puerta del Sol a toda prisa.

echándose hacia atrás con la silla y mirándole con fijeza burlona.

El concejal dió un brinco en la silla.

Pepe Castro se encogió de hombros con superior desdén y se alzó de la silla.

En efecto, cuando menos se esperaba, alzóse repentinamente de la silla, corrió al balcón, lo abrió, y si no le hubieran sujetado a tiempo se hubiera precipitado a la calle.

Después de ajustar cuentas se levantó de la silla.

Principió por levantarse de la silla con pretexto de estirar un poco las piernas y dió unos cuantos paseos.

Se puso detrás de Pepa Frías y apoyó los brazos en el respaldo de la silla.

Se tostó por delante y por detrás, en tal forma, que, cuando Rafael fué a coger la silla, quemaba.

¡Qué atrocidad! Mirad, chicos, cómo ha dejado Amparo la silla.

Francamente, no puedo presenciar ciertas escenas sin conmovermedijo levantándose de la silla afectando una tristeza que hizo sonreír a la misma Amparo.

La Socorro cayó de la silla soltando cuatro chorros de sangre por los cuatro agujeros que los pinchos del instrumento la hicieron.

Comprendiendo que su hermana estaría impaciente, aunque desde el palco no la perdía de vista, se alzó de la silla para despedirse.

Y tuvo que agarrarse con fuerza a la silla para no caer.

Al fin una sonrisa iluminó su rostro, levantóse de la silla, y cogiendo el del joven entre sus dos manos, le dijo en tono alegre: Bien; este acto te enaltece; pero de podías tomar ese dinero sin desdoro.

El marquesito se levantó de la silla donde se había sentado y comenzó a dar vueltas por la estancia con cierta agitación estrambótica, a la cual ya estaban acostumbrados sus amigos.

Y cuando ya los dos se estaban alarmando, por aquella quietud momificada de su huésped, éste dió un respingo en la silla y dijo, con la voz entera y sonora.

Y al soltarse de aquel brazo ardiente vió con horror cómo el cuerpo de don Manuel se desplomaba sobre el respaldo de la silla.

La niña se levantó a su vez de la silla, fuese a la rinconera donde estaba el santo, y tomó de ella un librito que tenía por registro la hoja seca de una flor.

Y Salvador, alzándose de la silla, volvió a cruzar el salón al compás de sus cavilaciones, mientras Rita suspiraba al son de las suyas....

Puestos los caballos al paso y afianzándonos en el borrel de la silla, bajamos la escabrosa cuesta de las Despedidas, á cuya falda se asienta sobre un riachuelo el puente de aquel nombre, el cual le fué dado, según he podido averiguar, por ser el lugar señalado por la costumbre para despedir los de Tayabas á los que se van.

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