236 oraciones de ejemplo con los osos

Este ruido cesó a una señal imperiosa del domador, que con su instrumento de viento en el brazo izquierdo se acercó a una escalera de mano próxima a la entrada, subió dos o tres peldaños, tomó una varita y señalando las monstruosas figuras pintarrajeadas en los lienzos, dijo con voz enfática: Aquí verán ustedes los osos, los lobos, el león y otras terribles fieras.

Encuéntranse ademas animales muy raros, tales como el perico-ligero y los osos hormigueros.

Me refiero al Hoyo de los osos, encanto y orgullo de los ciudadanos de Berna.

Pero los Berneses, cuyo nombre les da parentesco con los osos, no se han contentado con tributar culto al animal, en pintura ó escultura.

¡Quiero ver el sol! Pero ¿qué oigo? 25 Los osos blancos rugen terriblemente....

: Y los zorros y los osos | çerca della dan mil cosos.

Por la escalera de anchos peldaños y monumental balaústre de piedra bajaba dificultosamente, con la lentitud y el balanceo con que caminan los osos puestos en dos pies, una pareja de seres humanos monstruosa, deforme, que lo parecía más viéndola así reunida: el Arcipreste y su hermana.

Pero en un rincón había uno que no hablaba ni cantaba, y era Pablo, el envidioso, el paliducho, el desorejado, que no podía ver a su hermano feliz, y se fue al bosque para no oír ni ver, y en el bosque murió, porque los osos se lo comieron en la noche oscura.

Yo no qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida; yo me acuerdo haber oído cantar un romance antiguo que dice: De los osos seas comido, como Favila el nombrado.

Oyóse asimismo un espantoso ruido, al modo de aquel que se causa de las ruedas macizas que suelen traer los carros de bueyes, de cuyo chirrío áspero y continuado se dice que huyen los lobos y los osos, si los hay por donde pasan.

Uno de los osos era muy pequeño, uno de tamaño mediano y el otro muy grande.

Los osos, como Vds. saben, no emplean ni cucharas, ni cuchillos, ni tenedores.

Los platos 20 de sopa estaban en el suelo, porque los osos no emplean mesas.

Los osos tenían hambre, mucha hambre, pero eran muy pacientes y salieron todos a dar un paseo por el bosque; primero 25 el oso grande, después el oso mediano y por último el oso pequeño.

Cuando abrió los ojos y vio a los osos, estaba muy asustada.

Me parecía que esto equivalía a quemar mis naves, o, por lo menos, a darme ya por consentido en que había de ser muy larga mi permanencia entre los osos de Cantabria; y el temor de este riesgo me inclinó a dejar esas cosas como estaban, sobrándome buenos amigos en Madrid que mirarían por ellas.

Los osos son grandes, de color obscuro, están cubiertos de[80] pelo largo, y tienen muy afilados los dientes.

Así deben hacerse el amor los osos.

Su estado de espíritu es igual al de los osos, para quienes no existe el concepto de la propiedad individual.

Sin embargo, los enemigos que el mayordomo tenía allá en su aldea aseguraban, riendo sarcásticamente, que lo de los osos era una farsa, que en su vida los había visto, cuanto más luchar con ellos.

Pero el profesar respeto a la salud e integridad de los osos de su país ¿es acaso motivo suficiente para arrojar a un hombre a la cara el calificativo de zampatortas?

Y vuelve a las tajadas de pan con más ardor que antes, dando quizá con esto la razón a los envidiosos de la aldea, que no querían oír hablar de los osos que había matado y se emperraban en llamarle zampatortas.

Lo verdaderamente triste es que el pueblo no le considera ya como un cazador feroz envejecido en la lucha con los osos de las montañas.

Cayó el pobre árbol, y con él, desapareció la última memoria de las casas de Don Fernando Colón! La mezquita de los osos Las únicas noticias históricas que se nos han transmitido de algunos edificios religiosos erigidos en esta ciudad por los musulmanes, las debemos al analista Zúñiga, el cual consigna en sus «Anales» las mezquitas que fueron convertidas, en templos cristianos á partir del año 1248.

Fueron algunas trocadas antes del citado año de 1411 por casas y propiedades, atento á lo cual no se las menciona en el «Libro Blanco» pues no pertenecían ya al Cabildo Eclesiástico, como aconteció, precisamente, con la «Mezquita de los Osos», acerca de la cual hemos hallado algunas noticias.

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