571 oraciones de ejemplo con ratones

Y yo me así del hilo, y el hilo se me reventó, y caí dentro de una cueva de ratones.

Y en la cueva de ratones estaban tu padre y mi madre, hilando cada uno en su rueca, como dos viejecitos.

También tenía cariño a aquel destartalado caserón, en el que corrían los ratones por delante del indolente gato, que les dejaba correr.

Algunos en cazar de los ratones Tan diestros y tan hábiles estaban, Que en trueco de una, ó dos, ó mas raciones, Un número tasado concertaban: Tambien habia una especie de lirones, Que al modo de conejos se guisaban, Y aunque faltaba aceite y vino añejo, La gran hambre prestaba salmorejo.

Gusanos de las cañas, vueltos mariposas, y ratones despues, acaban los sembrados32.

¡Buenos Aires! ¡Qué magia poderosa la de este nombre, que hacía correr a los miserables, como ratones hambrientos, para ocultarse en las entrañas de los buques!...

En una revuelta del sendero, descubrió un gato que caminaba a paso lento por entre dos hileras de grosellas: uno de esos gatos tan comunes en las aldeas, largo, flaco, de piel blanca llena de manchas rojizas; uno de esos animales medio salvajes que a favor de los cuales hacen renuncia sus amos, con una esplendidez nada común, de todos los ratones que atrapan.

Vivía en una de las habitaciones menos derruidas de su casa, la cual se estaba viniendo abajo por diferentes sitios no hacía ya poco tiempo: servíanle de compañeros en ella los ratones que escaramuzaban y batallaban libremente por todo su ámbito, las tímidas lagartijas que anidaban en las grietas de las paredes, y una muchedumbre de murciélagos que volteaba por las noches con medroso rumor.

Y coge muchos ratones para que madrina te quiera y no te echen de casa.

Sólo vengo a invitar a usted para que una vuelta por la cueva... la cueva de los ratones... ya sabe usted.

¡Mira que tengo mucho miedo! ¡A la cueva no, que me comen los ratones!

Las armas de salon solo pueden dañar á los ratones y gallinas, dijo; van á decir que... ¿Que somos gallinas? continuó el General encogiéndose de hombros; y á , ¿qué?

Por la pinta y el traje me pareces uno de esos ratones de sacristía que engordan en los conventos y no son ni hombre ni mujer.

Mil hay que dejan cien volúmenes para el olvido y para los ratones.

¡Estos varones del Señor buscan la soledad y se les planta junto a ellos la alegría en su más dulce forma; estos pobres ratones se aislan y esperan la hora en que la descarnada gata se los ha de llevar, y les vienen a poner a las puertas de la cueva el queso!

EL MISERERE Hace algunos meses que visitando la célebre abadía de Fitero y ocupándome en revolver algunos volúmenes en su abandonada biblioteca, descubrí en uno de sus rincones dos ó tres cuadernos de música bastante antiguos, cubiertos de polvo y hasta comenzados á roer por los ratones.

Y muchas veces en los cuentos de Hadas con que solia conciliar el sueño á mis nietecitos, les pintaba un Niágara con sus peñascos de trasparente caramelo, sus corrientes de almíbar y sus caidas entre árboles que producen espontáneos, cochecitos con puertas que se abren, ratones con cuerda, tambores y primorosos maromeros.

Lo mismo hacen cuando van á comprar ó pedir algun gato, y luego suben á los árboles las viejas, para que el gato sepa subir y buscar ratones.

Los ratones, cucarachas y otras alimañas, que los ilocanos encuentran en las urnas de imágenes sagradas, se cree que son juguetes de Dios.

La viejecita hace calceta; el gato sueña un poema de ratones, mientras recibe un baño de sol; Lucio trabaja, junto á la puerta, encapotado el ceño y en la boca un gesto de amargura.

Allí se embarcaron en cuatro galeras de Nápoles, y allí notó tambien Tomas Rodaja la estraña vida de aquellas marítimas casas, adonde lo mas del tiempo maltratan las chinches, roban los forzados, enfadan los marineros, destruyen los ratones y fatigan las maretas.

Su gran sensibilidad se daba cuenta hasta de cuando los ratones eran cogidos en las ratoneras de los sótanos y lanzaban en la noche el «glu» del ahogo último, cuando su rabo les quiere ayudar a escapar, y oyendo las cajas de música apreciaba qué púas las faltaban.

O es que no existen ratones?

Es verdad que caza ratones, y esa utilidad de sus garras podría sincerar su existencia; pero la química con sus polvos venenosos, la ferretería con sus cepos automáticos, superan a las uñas gatunas.

Y con tener ya amortajadas las sienes con la sábana blanca de sus canas y arada la frente, huía de los ratones y traía galas, pensando agradarnos a nosotros.

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