28 oraciones de ejemplo con encanecer

] ¡Es indispensable el verse encanecer por las penas; semejante á los pinos disecados, restos de los destrozos de un solo invierno, despojados de su corteza y de sus verdes hojas! ¡Es necesario conservar una vida que no sustenta en sino el sentimiento de mi ruina! ¡es preciso recordarme siempre de los tiempos mas dichosos!

698 En tan crueles pesadumbres, en tan duro padecer, empezaba a encanecer después de muy pocos meses; alli lamenté mil veces no haber aprendido a leer.

No es creíble que el sentimiento y el sobresalto del señor marqués fuesen tan grandes que le hicieran encanecer la barba de repente: creemos más bien que habría olvidado aquella mañana los secretos de alquimia de su tocador, sin duda por no tener presente la siguiente anécdota que le recomendamos: Cuentan de Carlos V que, visitando una vez cierto convento de Alemania, vio un monje que tenía la barba negra y el pelo blanco por completo.

Representaba cincuenta años, bien corridos; tenía buen color, la cabeza muy poblada de pelo alborotado y recio, la cara pequeña y enjuta, y aún parecía más chica de lo que era, por lo espeso de la barba que le ocupaba la mitad; la barba y el pelo, empezando a encanecer; la frente ancha, y destacado el entrecejo; la nariz curva, y la mirada de sus ojuelos verdes, firme y escrutadora; cara, en fin, cervantesca y un tanto «aquijotada».

V Doña Cristina daba el último toque á sus cabellos rubios, que ya comenzaban á encanecer, al mismo tiempo que con el rabillo del ojo seguía en un espejo la marcha del reloj colocado sobre el mármol de una chimenea.

Podré encanecer y envejecer, ese momento me ha quitado para siempre toda alegría; helará para siempre toda sonrisa en mis labios.

Una hermosa cabellera rubia, que comenzaba a encanecer, la servía de diadema; la fisonomía era expresiva, casi picaresca; graciosa la boca, esbelto el talle y los pies chicos.

Empiezan a encanecer mis cabellos.

El mostacho, el tuzado cabello y la aguda barba cabría comenzaban a encanecer; pero las cejas conservábanse retintas, como dos plumas de tordo.

¿Ni cómo es posible que consagren al mundo de la belleza sus meditaciones un príncipe como Al-Mundhir, que apenas brilla cual fugaz metéoro pasando en dos años escasos de su proclamacion en Córdoba á su muerte en el campo de batalla, y un príncipe como Abdullah, su hermano, que aunque llamado á encanecer bajo el solio, vive siempre envuelto en una atmósfera de sangre y de esterminio?

Con el cigarro medio apagado, entornados los ojos, las tenazas escapándose de los flojos dedos, vemos venir de lejos una parte de nosotros mismos y recorrer distancias vertiginosas; parécenos que pasen por nuestros nervios corrientes de atmósferas desconocidas; probamos, sonrientes, sin mover un dedo ni dar un paso, el efecto de mil sensaciones que nos harían encanecer y surcarían de arrugas nuestra frente.

No hace mucho tiempo, al entrar en una oficina secundaria de la administración nacional, a un humilde escribiente cuyo cabello empezaba a encanecer, gravemente ocupado en trazar rayas equidistantes en un pliego de papel.

La angustiosa situación duró una hora: lo bastante para encanecer.

Sin embargo de que sus cabellos empezaban á encanecer, parecía conservarse bien su robusta naturaleza.

Aquel grito, aquel amor a la vida sugerido por el horror que inspira la muerte, es el grito eterno de la humanidad renegando de la fatídica maldición que la condena a encanecer y sucumbir, el mismo sentimiento que Mercedes había invocado algunos meses antes, discutiendo con su padre, cuando éste quería negarle su derecho a ser dichosa.

Comenzaba a encanecer, y le dije que, si bien la creía de más edad que yo, no tenía seguramente el pelo tan blanco como el mío.

Hasta en la raíz de los cabellos percibía la moza el temblor de tales amenazas: una crispatura y un frío que acaso la hiciera encanecer.

La rubia y larga cabellera del rey, que ya empezaba á encanecer, estaba recogida por ínfula asimismo de seda roja.

Desde aquel instante, una mujer que ya no ha de cumplir el medio siglo, aseada, enjuta de carnes, á medio encanecer y empezándose á arrugar, y muy hacendosa y previsora, según informes, se encarga de las llaves y recibe con ellas una cantidad de dinero para el gasto menudo durante quince días, concluído lo cual recibirá otro tanto; porque Gedeón no quiere, ni debe, ni sabe ocuparse en todas esas prosáicas menudencias.

Lacia, escurrida, angulosa, desdentada, á medio encanecer y medio calva, no podía hallarse una figura menos á propósito que la suya para mover á un hombre, del temple que había tenido Gedeón, á cumplir con los deberes que á cada instante arrojaba ella á la cara del solterón atribulado.

Sus cabellos muy espesos, eran excesivamente rubios y apenas empezaban a encanecer; la barba larga, ancha y bien cuidada, tenía todavía un color más claro que sus cabellos.

Pronto se reflejaron en su cuerpo los dolores de su alma; y de aquella matrona gentil y apuesta, en que todo era escultural y hermoso, fueron desapareciendo la tersura y la redondez de las formas, como si el luto que vestía fuera una cruz de hierro con espinas; comenzaron á encanecer sus cabellos, y estampó en su rostro todas sus huellas tristes la negra melancolía.

Encanecer es una cosa muy triste; las canas son un mensaje de la Naturaleza que nos advierte la proximidad del crepúsculo.

Sesenta años tardó en encanecer: un día ha bastado para que encaneciera del todo.

El mundo me ha creído grande; olvidado del rayo, estos montes han visto encanecer á su centenario bandido; la Europa me admiraba de pié en nuestras cumbres, pero por más que haga un asesino, su negra conciencia no se deja engañar nunca por la gloria.

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